EL DIA DESPUES

*Cuando no lo imaginaron, la muerte pisó su huerto. Camelot. 

 

EL DIA DESPUES

 

La mujer lloraba y exigía a las autoridades, le dijeran cómo y dónde encontrar a su hijo. La escena era desgarradora, todas las televisoras cubrieron el dolor y llanto de esa madre que buscaba a su hijo, Brandon, un jovencito de 13 años que le había llamado por teléfono cuando subió al Metro de la Muerte, con M de Morena, y le había dicho: ‘Mami ya llego en media hora’. Nunca llegó. Andaba entre los desaparecidos y el peregrinar de esa madre, a las 24 horas del suceso, llegó a su verdad, cuando vio a su hijo tendido, muerto entre los 25 que dejaron su vida allí mismo. Por la tarde la jefa de Gobierno se sometió a fuego duro. No es lo mismo estar en una mañanera, donde Jesús Ramírez le pone los papeles de las preguntas a los reporteros dóciles, que estar en la tarde en la jefatura de gobierno con los verdaderos periodistas. Claudia Sheinbaum estaba molesta, le exigían la respuesta del porqué no había cesado a la directora del Metro, una inútil mujer que, desde que asumió ese puesto, solo ha traído desafortunadas noticias. Este grupo político, ha manejado desde hace 20 años el Metro. Los dos vagones de la muerte comenzaron a ser levantados por grúas, anoche mismo comenzaron a llegar las filmaciones de celulares de la gente solidaria que llegó antes que nadie, los vecinos, a demostrar porque este México es muy solidario, y Los Topos, aquel grupo famoso del Temblor del 85, estaban listos para hurgar entre los fierros retorcidos de los autos, cuando una mujer pedía auxilio y tenía a un lado atrapado a su hijo. Eran escenas desgarradoras, impactantes. Se buscaban culpables, y solo hay tres tesis, decía anoche Ciro Gómez Leyva:

Una: echarle la culpa a Marcelo Ebrard, que fue quien construyó esa línea.

Dos: Echarle la culpa a Miguel Mancera, que fue el jefe de gobierno que recibió esa Línea de la Muerte.

Tres: Echarle la culpa a Claudia Sheinbaum, por la falta de mantenimiento desde que entraron al gobierno y solo se les ha ido en los Austerisuicidios.

Lo que es un hecho es que en el Senado de la República, Ricardo Monreal sonríe, como el payasito de Enrique Guzmán. Los dos principales aspirantes al relevo presidencial, por Morena, Marcelo Ebrard y Claudia Sheinbaum, están embarrados en esta tragedia. El camino será suyo, si las encuestas los bajan, como están bajando a muchos candidatos a las gubernaturas, y ya no las tienen todas consigo.

 

¿Y DONDE ESTA EL PILOTO?

 

Y los comentaristas se preguntaban dónde estaba el piloto. El presidente AMLO, dijo Chumel Torres, dormía plácidamente en Palacio Nacional. Suele acostarse y dormirse a las 10 pm., porque se levanta muy temprano a sus mañaneras, y no hay colaborador alguno que se atreva a despertarlo. Como un día le ocurrió a Obama, que en un ataque a una embajada, entraron los del Servicio Secreto a despertarlo a las 4 de la madrugada. El presidente estaba a solo 20 minutos de la tragedia. De esa Zona Cero. Critican que el presidente no le conduele la tragedia de sus paisanos, claro, podría decir como aquel nuestro gobernador veracruzano, que cuando le preguntaron en una explosión en fin de año de un mercado, el por qué no había estado presente, les dijo socarronamente: ‘No soy bombero’. También el periódico The New York Times hizo una crítica despiadada porque, aseguraba, que para los mexicanos era más solidario Justin Trudeau, primer ministro de Canadá, que el mismo presidente mexicano. Porque Trudeau tuiteó muy temprano un apoyo a los mexicanos, acto que se agradece. Pasarán los días, vendrá la compañía escandinava a hacer un peritaje para saber qué demonios falló, y eso, como el peritaje al helicóptero de la gobernadora de Puebla, cuando murió junto a su esposo, valdrá para una pura y dos con sal. Total, siempre se le puede echar la culpa a las trabes y al infortunio, aunque por allí también merodeó en las fotografías Carlos Slim, que fue el constructor de ese tramo. ¿Habrá justicia o lo dejarán en un empate?, como juego de Champions, vaya usted a saber. Ahora a indemnizar, pagar gastos funerarios y cubrir los daños de lo que hayan perdido en el Metro de la Muerte, y cubrir los salarios de la gente que está hospitalizada, porque eran padres o madres que regresaban a descansar a sus hogares, después de una jornada dura y difícil de trabajo. Una mujer se quejaba de no tener dinero para sepultar a su marido, y en el funeral del jovencito, Brandon, se ve la humildad de su casa. Descansen en paz.

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