Unas reflexiones para los opositores a AMLO / Lenin Torres Antonio

Crónicas Ausentes

Lenin Torres Antonio

Una pensaría que la política debería ser el debate de ideas, la contrastación de proyectos políticos, económicos, sociales y humanos, el sometimiento a la razón que pueda transformar de mejor manera la realidad de lo público, y fundamentalmente, la presentación de las mejores alternativas de modelos políticos, económicos y sociales para vivir en sociedad y atender eficientemente los asuntos de la ciudad (polis). Pero desafortunadamente no es así, o cuando menos, no lo es del todo así, pues el acto político es atravesado por lo pulsional y narciso del ser humano, se dirige a otros fines que nada tiene que ver con los fines de la comunidad, de la gente, y así hemos visto que el poder público ha servido para apuntalar intereses particulares e individuales.

México vive un parteaguas histórico que pone en juego su viabilidad como una nación independiente y autónoma, capaz de construir un estado moderno e inteligente, y elegir gobiernos honestos y responsables que enfrenten con eficiencia los problemas que implica la vida en sociedad, y que hoy son graves, principalmente la desigualdad social y la pobreza, la violencia y la falta de justicia.

Aunque debería haber un debate de idea, una confrontación racional de modelos de país, los mexicanos somos testigos de la defensa que encabeza el presidente de la república de una transición hacia una democracia verdadera y restituir al estado su funcionalidad social, y de una férrea y ominosa oposición política y mediática retardataria, que intenta frenar la Cuarta Transformación pacífica del México independiente que representa esa transición democrática.

Oposición que se ha traducido en una guerra sucia sin cuartel contra el modelo de país socialmente democrático que defiende AMLO, oposición que sus vísceras y ambiciones no le permiten ver que la 4T no tiene propietario, y que es y debe ser el lugar común de todos los mexicanos, y de todos los actores sociales, pues nadie en su sano juicio puede seguir negando el proceso de degeneración de la política y de la clase política que laceró y degeneró el poder público,  y que causó la grave crisis pública que vive México.

No reconocer la necesaria transición hacia una democracia verdadera es el peor error de la oposición a AMLO, pese a esa verdad evidente, la lucha por el poder público que subyace al actuar de esa oposición a AMLO, tiene que ver con perfiles y motivos diversos, ignorancia, inercias sin escrúpulos, intereses particulares, e incluso, intereses geopolíticos, en fin, todo menos, el interés supremo de sacar de la pobreza y la marginación a millones de mexicanos y mexicanas, y construir un México con justicia social en el que las riquezas se reparten de forma justa a todos y a todas.

El intento de reducir la historia de México a dos años del gobierno de AMLO es un despropósito, y una estrategia mediática y política para hacer olvidar y que queden impunes los verdaderos responsables del deterioro del estado mexicano y sus instituciones, y de la crisis pública que vive México.

Pero “el sol no se puede tapar con un dedo”, porque la verdad está ahí, y aunque se trata de banalizar el argumento de que el presente es el resultado del paso, la verdad es que es cierto, y que la historia de injusticia de México es la historia del mundo mismo, somos productos de esa historia mundial basada en un modelo y visión neoliberal de la vida en sociedad que ha fracasado, y pese a quienes intentan banalizar el argumento y las causa del fracaso de nuestra mundo global capitalista, podemos decirles a esos miopes o cortos de mira, que exactamente por pensar que el mercado debe operar libre de la democracia y la ética, es por lo que la economía ha operado libre sin control, sin humanidad, sin igualdad ni justicia social. Si fuese que ese modelo es el correcto, seguro esos más de 170 años en que ha operado, nos hubiera construido un mundo más justo e igual, y la distribución de las riquezas del planeta no estarían en las manos de unos cuantos países, y en cada país, en las manos de unas cuantas familias.

La guerra sucia no tiene ética alguna, y la oposición a AMLO y a la transición hacia una democracia verdadera está en su particular cruzada de satanizar todo lo que tenga que ver con haber atentado contra los interese de los ancestrales grupos del poder económico y político en México, eso está en el fondo y en la superficie, y ahora sin el más mínimo escrúpulo ni decencia, sin el cuidado de las formas que son fondo, se presentan descaradamente como un solo ente, sin ideología, sin proyecto alternativo de país, y a la Biden, esperan que la crisis sanitaria del coronavirus les ayude a sacar del poder público al intruso que se atrevió a querer modificar la historia de los eternos herederos de la revolución mexicana, descendientes de los asesinos de F. Madero, los señores de la guerra, los caciques regionales, las familias fifís de abolengo dueños de los grandes consorcios económicos y mediáticos, que ahora vuelven por sus viejos fueros, ocultos en ademanes revolucionarios, todos con el único objetivo de quitar de en medio al bastardo no invitado a la repartición del poder público, al idealista “populista y comunista”, que sólo merece otra escena trágica, que con sus tesis incómodas de “primeros los pobres” vino a interrumpir la retórica, ahora si populista, de los experimentados políticos en mantener el promiscuo e insano equilibrio entre los interese públicos con los intereses particulares.

Por eso dirijo esta misiva a los opositores a AMLO, a los que no ven la vital importancia que la Cuarta Transformación de México sea pacífica, a los que todavía dudan que México debe transitar de un régimen político corrupto y decadente a un régimen político auténticamente democrático, a los que todavía no perciben o no se dan cuenta lo que se pone en juego este 6 de junio, a los que han caído en la falsa información de las redes mediáticas de los señores de la guerra y el poder mediático, a la clase pudiente que todavía mira con el rabillo de los ojos a los pobres y marginados, a los mercenarios vende patrias dispuesto a mentir y engañar y divulgar la mentira queriendo convertirla en verdad, a los usureros de la política, ratas que hundiéndose el barco saltaron para salvarse, y continuar haciendo política como “una chamba” (un trabajo bien remunerado).

En primer lugar, anteponer a esta reflexión el hecho que vivimos un espacio en común, y que la existencia pacífica de la vida en sociedad depende de modales civilizados y racionalidad, no hay otra forma, todo lo demás es entropía y degeneración, si somos mexicanos sólo hay un México, un solo país, un espacio público en común que debemos saber construirlo y cuidarlo, toda conducta asocial, violenta e irracional debe ser excluida radicalmente si queremos construir un espacio común seguro donde se pueda producir lo elemental para satisfacer las necesidades para la pervivencia como especie humana, todo lo demás, es contra natura a lo humano.

Claro que existen seres humanos que el sentido de pertenencia está ausente, que se mueve guiado por los humores y pulsiones, pero que también los tenemos que invitar a hacer profundas reflexiones y terapias para posibilitar la normalidad y la salud mental.

A lo largo de mis reflexiones que he hecho pública, tratando de contribuir al debate de las ideas y preocupado por el México que vivimos con sus contradicciones y peligros, preocupado por el no-futuro que estamos construyendo a nuestros descendientes, he podido ver diversos comportamientos, principalmente, de los que luchan contra esa vital transición hacia una auténtica democracia que representa AMLO, fuerzas viscerales opositoras que están montadas en una lucha del poder por el poder.

No me preocupa ese ejército de mercenarios apátridas, porque sé que su proceder tiene que ver con su forma de vida, con una visión individualista de ver la vida en sociedad, y que obedecen a apetitos egoístas y narcisistas, los puedo identificar, son los que normalizaron la corrupción y la simulación como una forma de vida, y que pertenecen a una clase política que no entiende que su tiempo se terminó, y que la vuelta a lo mismo no va a ocurrir, porque simplemente los mexicanos ya tenemos consciencia tanto de lo que nos ha hecho tanto daño, y que hoy nos tiene postrado con profundos problemas sociales, económicos y psicológicos que atentan nuestra convivencia pacífica, como de lo que queremos, que es una democracia verdadera y una política decentes que en un marco de derecho resuelvan los graves problemas que vivimos los mexicanos.

La guerra sucia mediática contra la Cuarta Transformación pacífica que encabeza AMLO no va a permitir unas elecciones civilizadas ni transparente, no va a permitir el debate de ideas, porque simplemente sólo hay un proyecto de país y de sociedad, que tienen que ver con transitar de un régimen político corrupto y decadente que se niega a fenecer, hacia un régimen político auténticamente democrático. Y los mexicanos debemos estar atentos a esa guerra sucia porque simplemente en medio está en juego nuestro futuro.

A los intoxicados y miopes, aunque se les muestre y demuestre que la transición democrática es una necesidad vital de México, seguirán negando el pasado ominoso y corrupto de los gobiernos neoliberales incompetentes que “le dieron en la madre” al estado mexicano y sus instituciones, y que dejaron un estado en quiebra incapaz de responder a los rezagos históricos y geométricos de justicia social en un país rico con la mayoría de sus habitantes pobres, y una clase media venida a menos que no llegan a fin de mes con lo que percibe, y seguirán tratando de engañar a través de campañas de desinformación y noticias amarillistas que los problemas de México se crearon en estos dos años, tratando de ocultar que por primera vez México tiene un presidente y un gobierno que atiende primeramente a los más necesitados.

Seguiremos viéndolos usar inmoralmente a los muertos y enfermos por la pandemia global del coronavirus como arma de lucha política, ocultando que por primera vez el dinero del estado (gobierno) mexicano atiende los problemas urgentes de la sociedad mexicana, y no va a parar a la bolsa de la clase política, los empresarios y los medios de comunicación.

México tiene por primera vez a un presidente que está de lado de la gente, que se bajó del pedestal promiscuo y camina de lado de la gente, principalmente del humilde y pobre. Si eso es ser populista pues ojalá desde ahora tengamos presidentes populistas democráticos como él, que tuvo el voto de la mayoría de los mexicanos para que encabezará un cambio real en México.

Aunque nunca he ejercido ningún puesto de elección popular ni un cargo relevante público, desde que por mi naturaleza me metí a vivir y reflexionar la política, conocí como operaba el poder político, como la política era una simulación que ocultaba los interese personales más mezquinos, como se le engañaba a la gente, como México estaba secuestrado por auténticos delincuentes de cuello blanco, que ostentaban el poder público a través de una estructura de complicidades muy eficientes, pero que paulatinamente hacia un México más pobre, más inseguro, y más indigno. Absolutamente toda la clase política neoliberal o tecnócrata no ha tenido empatía por el sufrimiento de la gente, y psicoticamente se movían y vivían la decadencia con una normalidad enfermiza hasta que la gente despertó, y con el voto los echó del poder público. Ansiosos y desesperados quieren regresar a sus viejas glorias.

Experimenté en carne viva que cualquier voz discordante que hablará de democracia verdadera era silenciada, o simplemente ignorada, y reconozco que el valor de Andrés López Obrador fue jamás callarse, y con un grupo de mexicanos que contra viento y marea se mantuvieron críticos y activos hasta que lograron escucharse y encabezar una verdadera transición democrática en México.

Hoy somos más los que pensamos igual que nuestro presidente de la república, y que la oposición al proyecto político y social que representa AMLO, es una oposición contra México.

 

Xalapa Eqz., Ver. Abril de 2021