EL BEISBOL DE GRANDES LIGAS 

*El béisbol es casi la única cosa ordenada en un mundo muy desordenado. Si tienes tres strikes, ni siquiera el mejor abogado puede sacarte de este lio. Camelot 

 

EL BEISBOL DE GRANDES LIGAS

 

Comenzaron los juegos del béisbol en Estados Unidos. Los mexicanos, la mayoría, nos ponemos la casaca de Los Dodgers de Los Ángeles o de Los Yankees de Nueva York. Dodgers, por la herencia que nos dejó el gran Fernando Valenzuela, al que hace unos días su club le hizo un homenaje en un juego, que fue vendido a ese béisbol por el empresario orizabeño, Jaime Pérez Avellá (QEPD), donde Tom Lasorda dijo de él que un jugador de esa calidad solo aparece cada 50 años. Cuando uno va a Nueva York, se tiene que ir a un juego de pelota, o de futbol americano o básquetbol. Ir allí y no ver a Los Yankees, es como ir al Vaticano y no ver al Papa, aunque sea de a lejitos, o a La Parroquia en Veracruz por un lechero y canilla, o a Orizaba a subirse al Teleférico. Sucede que una mañana, estando en el lobby del hotel neoyorkino, a la concierge, una mujer de color, muy grande, le pedí viera si jugaban los Yankees, los llamados Mulos de Manhattan, el equipo que tuvo a Babe Ruth, el más grande de todos, a Lou Gehrigh y a Mantle y a Maris y a Di Maggio, viudo de Marilyn Monroe, ese jonronero que no la olvidó hasta el día de su muerte misma. La concierge preguntó cuál juego quería ir, escogí uno de los dos días. Tomamos el Metro y apeamos en la 161 Street Yankee. Dentro del tren iban colombianos y dominicanos y puertorriqueños, y tres veracruzanos y muchos gringos, hablaban del juego, de qué más se puede hablar cuando vas al estadio. Cuando bajas te da el soponcio, admiras la belleza del nuevo estadio y, si se puede, hay que hincarse y persignarse, o mínimo dar gracias a Dios que te dejó llegar a ver ese estadio que es una catedral del béisbol, con muchos papas, los peloteros, o una Meca beisbolera.

 

EL ESTADIO DE YANKEES

 

El béisbol es el único deporte que tú puedes llevar en una libreta, y al final lo sientes y miras cómo fue. Out por out, entrada por entrada. Ángel Fernández transmitía por telefax los juegos desde México. Con solo la libreta recreaba el juego. Si Roma tuvo, en su tiempo, a los tres más grandes poetas de la antigüedad: Virgilio, Ovidio y Horacio. Los Yankees tenían a sus grandes estrellas: Derek Jeter, quien un día dijo: “La gente me pregunta por qué juego tan fuerte todas las noches. Y yo les recuerdo que Lou Gehrigh decía: ‘En el día de hoy, estoy seguro de que en las graderías hay un niño que me está viendo jugar por primera vez y él merece mi mejor esfuerzo’. Y Bernie Williams, Alex Rodríguez, quien vive ahora apasionado romance con Jennifer López, y el gran pitcher relevista, Mariano Rivera, aquel que cuando entraba a cerrar el juego, el cronista decía: “Apaguen la luz y vámonos”; y seguían reverenciando al patrón, el gran George Steinbrenner III (The Boss), que hacía unos años había fallecido y un gran cartel ilumina el estadio llamándole Jefe, de ese equipo 27 veces campeón del mundo en las Series Mundiales, y 40 en su división.  Ahí llegamos temprano, el estadio medio vacío, se llenaría conforme transcurren los minutos. Los vendedores de hotdogs comienzan a aplicar la venta de los famosos perritos neoyorkinos. El béisbol es algo serio. No hay nada más serio que el béisbol, todo lo que necesitas saber está allí: tiene éxitos y fracasos, momentos de compañerismo y momentos de soledad, y tiene un fin, no un reloj, como en otros deportes, sino tiene un fin.

Bellos Recuerdos.

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