LOS SALTIMBANQUIS 

*De traidores y saltimbanquis está lleno el mundo. Camelot

LOS SALTIMBANQUIS

En la historia de los saltimbanquis, los hay de todos tipos, colores y sabores. Los muy famosos son los trapecistas del Cirque du Soleil, que se contorsionan como culebras y se pueden ver lo mismo en Santa Fe, de Ciudad de México, cuando no había pandemia, que en Madrid o Las Vegas. Son contorsionistas que hacen sus actos sin red, y se revolotean por doquier para agrado del respetable, diría Kamalucas. En la política los hay. Son aquellos que han sido llamados saltimbanquis o trapecistas, o chaqueteros, como les dicen en mi pueblo. Sobran ejemplos. Hoy es práctica muy común en temporada de elecciones, que personajes que no se sienten a gusto en su partido se vayan a otro.

Ahora hay muchos casos, Morena cacha y capta a todos los que se acerquen, hayan sido priístas, o verdes y hasta panistas. Las ideologías quedaron atrás. Hoy solo importa llegar al poder por el poder, que importan soles en la jornada, que más me da la ciudad loca, si yo a Morena quiero llegar, diría muchos como poetas escritores.

Cuando llegan y son recibidos con aplausos, les llaman: Prohombres y paladín de la democracia, no importa todas las vicisitudes que hayan tenido que caminar para llegar a ese puerto. Algunos compañeros de sector y de partido no los toleran, porque los tachan de arribistas. Otros, simplemente les llaman chaqueteros. Aún hay más, diría el extinto Raúl Velasco. Vendrán más deserciones y más fugas y más cambio de chaquetas. Vendrán aquellos emboscados que pretenden jugar medio tiempo con el América y medio tiempo con las Chivas.

Vendrán los que engañan con las mentiras y con las verdades a medias. Vendrán nuevas y sorprendentes cosas. Todo, en busca de un beneficio personal. En querer acomodarse dónde se pueda, en querer y pretender no salir de las suculentas nóminas que la patria otorga a sus hijos preclaros. Vendrán las luces y sombras. Vendrán los oscuros amaneceres. Vendrán las etiquetas de desleales y traicioneros. Vendrán los tsunamis y los temblores de tierra.

Tantas cosas vendrán que, como dijo Neruda: ‘Podrán cortar todas las flores pero no detendrán la primavera’. Es el riesgo de jugar en un tapete electoral donde no hay candados ni reglas fijas, donde las otrora lealtades se minimizan, en otros países para ser aceptado en un partido tienes que hacer una pequeña antigüedad para ser merecedor a una candidatura. Así han evitado los saltimbanquis. Los trepadores que en todo México pululan y en Veracruz ahora se ven y se verán magnificados. Unos no valen lo que representan o creen valer. Están inflados por el miedo y son reclutados a precios muy elevados. Como la Aventurera de Lara: venden caro su amor. Buscan cobijo, lana, poder y sustento.

Tenía razón Gregorio Marañón, cuando dijo: “En la oposición de los hombres frente a los cargos públicos hay una absoluta oposición entre el querer y el deber. El que quiere un puesto es que no debe ocuparlo. El que lo ocupa y lo quiere conservar es que se debe ir (las dictaduras, por ejemplo). El que quiere irse, debe quedarse. Por la magnitud del deseo de irse se mide la necesidad de quedarse”.

Tiempos nuevos vendrán. Esperemos que esa especie, que no está en peligro de extinción, los saltimbanquis, se apacigüen y devalúen y la política se vuelva virtud sana y noble y, como dijo Walter Cronkite, el afamado comentarista de la tele americana, el Jacobo Zabludovsky de aquellos años: And that’s the way it is” (“Y así son las cosas”)

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