Vacunas, las granadas lacrimógenas de la guerra electoral

Prosa aprisa

Arturo Reyes Isidoro

Un refrán popular dice que en tiempo de guerra cualquier hoyo es trinchera, algo así como que (tiene varios significados) cuando hay dificultades no se puede elegir y se debe uno conformar con el sitio seguro que tiene.

Lo recordé ayer por la tarde porque nunca me imaginé que las traídas y llevadas vacunas antiCovid-19 terminarían usándose como municiones en la guerra electoral, algo así como una especie de granadas lacrimógenas.

Me imagino que la intención de los autores de información falsa sobre fechas, sitios y horas en que van a vacunar, incluso con un supuesto calendario por apellidos, es dañar la imagen del gobierno y de su partido para restarles votos.

Ayer por la tarde nuevamente circularon en las redes sociales, en forma profusa, supuestas fechas y direcciones de sitios en los que vacunarían en Xalapa a partir del jueves, pero una fuente oficial me confirmó que era falso.

Quiero pensar que lo que pretenden quienes sueltan esa información es que los adultos mayores se alebresten y luego, cuando resulte que no es cierto, se molesten y culpen al gobierno por mentiroso, desorganizado, etcétera, y se desquiten en las urnas. Es un recurso de guerra sucia, pero un recurso a la mano, barato y efectivo para dañar al enemigo.

No defiendo al gobierno de Morena, que tiene una larga cola de desaciertos que le pisen, menos a su partido, pero no estoy de acuerdo en que se juegue con el sentimiento de quienes desean proteger su salud, que se les use de carne de cañón política. Debiera marcarse un límite ético, aunque sé que estoy proclamando en el desierto.

Si malo es que la vacuna contra el Covid-19 se quiera usar con propósitos electorales, también lo es que la quieran usar como arma contra el gobierno, aunque utilizando a la población. Con la salud no se debe jugar y con el sentimiento de las personas de buena fe tampoco.

Pienso que pasa algo así como cuando la policía lanza granadas lacrimógenas contra manifestantes y antes de que estallen estos las recogen y las relanzan contra los jenízaros, y si bien se dañan unos y otros, a los que les toca la mayor parte es a los de la mayoría que se manifiestan por una causa válida y que quedan atrapados en medio.

Así está pasando ahora en Veracruz. El gobierno federal intenta vacunar o ya empezó a vacunar con claros propósitos de ganar votos, pero el nuestro es un Estado que se guisa aparte, donde aflora la picardía y no falta quién se las ingenie o encuentre la forma de sacarle provecho para un propósito determinado.

(No se me olvida el día en que, en 2007, el empresario Alberto Onofre Cruz, propietario de las ferreterías Onofre, de Xalapa, se metió a la política y quiso ser diputado local por el PAN. Y un día, de pronto, su negocio se vio invadido por colonos que llegaron con vales y volantes que, supuestamente, su equipo de campaña había repartido con los que, a cambio, les darían obsequios y descuentos de hasta 40%. Casi le da el patatús ante las exigencias y reclamos. Desde el palacio de gobierno Fidel Herrera se doblaba de la risa.)

No estoy afirmando que el autor o los autores de esta bellaquería política con las vacunas sean de la oposición, pero de que alguien está alborotando a los adultos mayores y creando falsas expectativas, vaya que lo está logrando.

En mi caso, reconozco que cuando he solicitado información a la delegación de Bienestar se me ha proporcionado puntualmente. Ya van dos ocasiones (ayer mismo en la tarde) en que me han precisado que ni siquiera ha llegado la famosa vacuna para ciudades como Xalapa, Córdoba y Coatzacoalcos, mientras advierto a todo mundo de adultos mayores, muchos amigos, compañeros, conocidos y lectores míos, alborotados, compartiendo los falsos mensajes. Pero, claro, por la naturaleza de mi quehacer periodístico, se me facilita estar informado.

Siento que al gobierno federal le hace falta un sitio de consulta y de comunicación creíble y confiable (al Gobierno del Estado casi no le creen, quién sabe por qué) en la que los interesados puedan estar al tanto. Con algo más: decir en realidad de cuántas dosis reales disponen para no crear falsas expectativas.

Amigos periodistas del puerto de Veracruz me comentaron algo que advirtieron ayer cuando se inició la vacunación allá. Dijeron que era solo para quienes estaban inscritos en el padrón del municipio, a los que se había citado, pero también llegaron de Boca del Río. Lógico. En una amplia franja, solo una calle divide uno y otro municipio. Así que, cuando los que no estaban citados vieron el alboroto, fueron a exigir la vacuna también para ellos, para quienes no había, y se armó el jaloneo.

En el caso de Xalapa, muchos conocidos míos me han dicho que viven en los municipios de Emiliano Zapata, Banderilla y Tlalnelhuayocan, conurbados con la capital, y están listos para presentarse a los centros de vacunación. Ya me imagino la que se va a armar cuando les digan que para ellos no hay por ahora.

Y los autores de las fake news, la oposición o quienes sean, pero que no quieren que gobierne Morena, seguramente estarán listos para mostrar urbi et orbi (a la ciudad al mundo) el desastre que son los gobiernos de López Obrador y de Cuitláhuac, que ni siquiera pueden organizar bien una jornada de vacunación. Y creo que, si no informan en forma correcta y oportuna y no corrigen su organización, no les faltará razón.

En el fondo, la batalla electoral. Las vacunas, cual granadas lacrimógenas, volando en el aire para un lado y otro, dejando una estela de humo de inconformidad que al gobierno de la 4T le puede costar votos. Lo peor, puede dejar una estela de decepción, acaso de frustración, entre quienes no alcancen el beneficio, pues muchos creen que “la calentura” de la vacunación terminará el 6 de junio (dos amigos, cuyos apellidos empiezan con S y con W, me dijeron ayer que si continúan vacunando después, de todos modos no creen que los incluyan porque van a votar en contra, pero al menos ya están resignados).

Lector, te confío. Estoy preocupado por qué no me preocupa vacunarme. Me llama la atención que, en cambio, sobre todo amigas mías, que antes aborrecían la idea de vacunarse, por ejemplo, contra la influenza, ahora están decididas a todo. Hasta me pregunto si vacunarse no solo es cuestión de salud, sino que ya se convirtió en una moda, en decir soy totalmente Pfizer, o Astra-Zeneca, o Cansino, o Novax, o Sputnik V, como se dice Soy totalmente Palacio, por mencionar una marca “de prestigio”.

Al final concluyo que lo que mis amigas y todos los que quieren vacunarse desean, tienen muchas ganas de vivir y opino que no hay que quitarles la intención.

Y quieren vivir con alegría y si no que lo diga la “flota” (mi flota, de 60 para arriba) del puerto jarocho que ayer le cantó Las mañanitas a doña María Eugenia Clairín, quien haciendo fila en el módulo del Club de Leones cumplió 92 años, o a los que anoche, por más que les dijeron que se fueran a dormir a sus casas, que ya los habían anotado, prefirieron quedarse a hacer cola, a dormir en la intemperie, a disfrutar la noche tibia y callada de Veracruz, a la que cantó Agustín Lara, argumentando que ya estaban aburridos (hasta la madre, dicen allá) de estar encerrados en sus casas y que además ni siquiera carnaval hubo este año. En fin. Larga vida lectores aguantadores de mis desvaríos.