POR LOS CAMINOS DE MEDELLIN /

*Robert Frost dijo: dos caminos se abrieron ante mí, pero tomé el menos transitado y eso marcó la diferencia. Camelot.  

 

POR LOS CAMINOS DE MEDELLIN

 

No es que ande uno de caminante del tingo al tango y destrampado. No. Me cuido de la pandemia y de ese virus maldito, pero la necesidad me hizo ir a Veracruz y recorrer nuevos caminos. Sucede que, estando en el café de Don Justo, acordamos comer en un sitio recomendado, un nuevo Akelare (sitio de brujas) por el rumbo de Playa de Vaca, hermana república de Medellín, allí donde hay que pasar cuatro municipios por esa estrecha carretera: Boca del Rio, Medellín, Alvarado y Veracruz, hagan de cuenta una Franja de Gaza. Al tomar el camino por la unidad deportiva Hugo Sánchez, entre la vegetación y el imponente rio Jamapa, uno se siente entre los pueblos cuenqueños, como cuando Pedro Páramo recorría los suyos hacia Comala: “El camino subía y bajaba; “sube o baja según se va o se viene. Para el que va, sube; para el que viene baja”. En la camioneta íbamos pasando los escenarios bellos, contrasta entre algunas unidades de vivienda nuevas y algunas chozas de gente pobre, que se gana la vida y no se rinden, como una señora que llegamos cuando en una paila o un bote estaba preparando los tamales de elote, famosos en Tierra Blanca, le pregunté a qué hora los comenzaba vender, me dijo que dos horas después, entonces a la vuelta le compraría algunos, para consumir lo que Veracruz produce, que siempre es bueno. Un chamaco cambujo en un crucero vendía el jugo de piña y la piña ahora llamada piña-miel, que es un injerto nuevo y sabe más dulce. A 10 pesos la piña. Por esa zona hay varios o dos campos de futbol, había un juego sabatino entre mujeres jovencitas que le dan prestancia al futbol femenil. Tiene sitios de esparcimiento y de muerte, como una bien montada funeraria, que ya la quisiera Gayoso por lo moderna, y algunos juegos de gotcha. Proliferan muchos salones para eventos, antes se tenía temor por ese sitio porque había asaltos, ahora al parecer no hay. Qué bueno.

 

EN EL AKELARE

 

Llegamos al Akelare y no había sitio, había que reservar con anticipación, y nos daban una periquera, pero esas son incómodas, son como para botanear y mejor nos fuimos, continuamos el camino hasta Puente Moreno y buscamos un restaurante antiguamente muy afamado, Darío, famosísimo por los mariscos y tamales de barbacoa de res, pero seguimos el caminar. De tour por ese sitio vimos un restaurante llamado Camarero, quizá de los familiares de los Camarero de Alvarado, aquel hombre que ayudó a construir la Marigalante, Oscar Camarero, encargada por el capitán Vital Alsar en 1982, y que alguna vez visitamos allí al pie de esa nave que cruzaría los 7 mares, igualando la travesía de Cristóbal Colón, Magallanes y Vasco de Gama con la nave llamada Santa María, una embarcación de 36 metros de eslora. Al navegante Vital Alsar alguna vez me lo encontré en Santander, en el Sardinero en los Baños de Ola, vendiendo y autografiando sus libros, actualmente esa embarcación surca las aguas de la Bahía de Banderas, saliendo por la noches de Puerto Vallarta, Jalisco con turistas que disfrutan de espectáculos, pero esa es otra historia que un día les cuento.  Allí hicimos el paro para comer un coctel y una carne y una mojarra a las brasas. Pegado al rio Jamapa tiene una vista como -si echamos a andar la imaginación-, si estuviéramos en Venecia (Que profunda emoción, recordar el ayer), entre plática se nos fue el par de horas y partimos en busca de los tamales de elote. Los hacen en leña y por eso conservan otro sabor, la señora nos comentó que ese día había tenido muchos pedidos y apurado le compramos los 20 que le quedaban, a 15 pesos cada uno. Al otro día en el recalentado y con unos frijolitos aguados, saben a delicia. Por la noche, llegar de rapidito a ver como Canelo ejecutaba en tres rounds a un rival a modo. Tiempos del box, que a veces: Queremos ver más bax.

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