Inicia prohibición de plásticos entre dudas y más uso

En plena contingencia por el Covid-19, ambientalistas exponen que es notorio el aumento de su uso, ya que la población lo ve como algo útil para proteger aquello que no quiere que se contamine

En víspera del 8 de agosto, cuando se cumple el plazo de la entrada en vigor del Reglamento de Conservación Ecológica y Protección al Medio Ambiente del municipio de Xalapa, el cual incluye sanciones económicas, la ambientalista Cecilia Montero considera que más que prohibiciones o multas es necesario pensar en mecanismos para reutilizar o industrializar el plástico.

La directora académica del Centro de Investigación Atmosférica y Ecológica expresó en entrevista que no son tiempos para dar una carga más ni a los empresarios ni a la comunidad y sí, por el contrario, ofrecerle alternativas, algo en lo que coinciden restauranteros y microempresarios, quienes declaran estar a favor del cuidado del medio ambiente pero sin contar con opciones claras. Tampoco tienen conocimiento de campañas de concientización dirigidas a la población en general.

Además del Reglamento, cuyo objetivo es eliminar el uso de bolsas, empaques, popotes, unicel y objetos plásticos desechables, está pendiente la Ley de Prevención y Gestión Integral de Residuos Sólidos Urbanos y de Manejo Especial para el Estado de Veracruz, en un contexto pandémico por el Covid-19.

Foto: Jesús Escamiroza | Diario de Xalapa

Durante la contingencia sanitaria, ambientalistas exponen que es notorio el aumento del uso de plásticos y unicel por el servicio a domicilio y también por la misma ciudanía, la cual, por protección y miedo a contagiarse, ve al plástico como algo útil para proteger aquello que no quiere que sea tocado o contaminado.

En cuanto a la ley pendiente de aprobación, Antonio Luna, especialista en Ciencias Atmosféricas y calentamiento global, afirma estar de acuerdo, pero tal y como lo está con las otras ocho leyes para el cuidado del planeta —específicamente las hechas en México—: “Que se lleve a cabo con las modificaciones a los faltantes que tiene, porque las leyes se hacen para cumplirlas, pero realmente tienen tantos ‘ciegos’ que eso no sucede”.

“La ley que se busca aprobar tiene varios ‘ciegos’, cuando todos sabemos que una vez aprobada vienen modificaciones, las cuales a veces tardan mucho más. Se debe poner más atención en cómo la están haciendo ahorita porque lo malo del plástico no está en que lo usemos, sino en lo mal que lo usamos”, precisó.

Foto: Jesús Escamiroza | Diario de Xalapa

Dijo además que le preocupa que se prohíba y que haya un impuesto, “¿porque adónde va a ir a parar ese dinero? ¿Realmente al reúso del plástico o a lo que ya sabemos? A desvío de recursos”.

El estudioso de la sustentabilidad ejemplificó con la Ley de Aguas Nacionales, la cual, sentenció, no se cumple: “Está asentado que el que contamina paga, ¿pero cuándo hemos visto que un ciudadano pague?”.

Al respecto, Cecilia Montero apuntó: “El ser humano está condicionado a que si le prohíbes algo, lo hace más”.

La economía

La académica puntualizó que la propuesta está ahí, pero “hay que tomar en cuenta a los empresarios, algunos de los cuales se han manifestado en contra porque se ven perjudicados, cuando ellos son elemento fundamental en la cadena de la economía, la cual está muy afectada por el Covid-19”.

La doctora explicó que entiende la parte de evolucionar a cosas más sustentables, sin embargo, no se debe tener una sola visión: “¿Qué podemos hacer con un plástico que ya utilizamos? Se puede volver a usar.

Algunos de nosotros hemos visto campañas publicitarias que nos dicen ¡mira cuántas toneladas de plástico hay en el mar!, pero esas toneladas no fueron puestas ahí de manera aleatoria. Hubo alguien que no hizo su chamba y llegó allí ese plástico. ¿Por qué no llegó a un lugar donde pudieron haberlo reutilizado o reindustrializado para pasarlo a otro tipo de cadena industrial?”, cuestionó.

Por otro lado, señaló que la sociedad carga el estigma de la culpa, algo que califica como riesgoso en todos los aspectos: “Tú eres culpable, ser humano, porque estás contaminando. Eres culpable porque estás ocupando plásticos. ¡Pura culpa! Manejamos este factor como moneda de cambio, cuando me parece que la sociedad no debería estar pensando en si se siente o no culpable, sino, en todo caso, en cómo tener una economía sana”.

Jorge Ramos, quien forma parte del Colectivo Hojarasca, complementa que el asunto con la problemática ambiental es que no se puede ver desde una sola perspectiva: “Tiene que verse el aspecto socioeconómico al que está ligado el problema de los plásticos”.

Como muchos otros activistas, está a favor de tomar en cuenta todos los aspectos que están involucrados en la producción, así como por una campaña de información y de educación ambiental para cambiar hábitos.

“Es una buena iniciativa que puede dar un banderazo de salida ideal para que a futuro tengamos una mejor relación con el medio ambiente a través de nuestro día a día, pero hay muchos sectores involucrados, desde la academia y la política, hasta la sociedad civil organizada”.

Carlos Martínez, Isabel Ledezma, Mariana Campobello y Ulises Ordóñez, restauranteros y vendedores de alimentos, manifiestan que les importa el planeta, pero también salir adelante con sus ventas y su servicio a domicilio.

“¿En qué otro material podría mandar los alimentos para que se conserven calientes? Si hay otra forma, que me digan y con gusto lo hago, y no nada más por la contingencia, porque en cualquier tiempo el unicel es funcional”, coincidieron.

Carolina Gutiérrez, quien se dedica a la venta de pollos asados, argumenta que la gente no sale, por lo cual, todo lo manda a domicilio: “Sí recogen en el negocio, pero el 90 por ciento son envíos. Si a mí me dan opciones, yo las tomo”.

Alternativas

En Xalapa y en distintas partes del estado cada vez son más las tiendas que venden bolsas de manta y fibras naturales de distintos tamaños. También están las que expenden cubiertos y diversos objetos de bambú.

Además de estas opciones, Moisés Hernández, representante de La Moderna, comparte que la pandemia le ha llevado a cambiar desde el giro de su negocio hasta la logística de entrega. Expresa entender que la comunidad empresarial pueda ver el reglamento y la ley como una agresión, pero él cree que no lo es.

“En estos tiempos, la gente está más motivada a involucrarse en experiencias en las que tengan parte la empatía y la comunidad. Así fue como iniciamos nuestro proyecto de llevar los alimentos en nuestros trastes y entregarlos al cliente para que él los pase a sus propios recipientes. Nosotros nos encargamos del lavado. Nos gustaría que más negocios siguieran nuestro ejemplo, pues el consumidor de ahora no es el de hace 10 o 15 años, el cual quería rapidez y comodidad. Ahora está interesado en consumir marcas que se preocupen o muestren un interés por el cliente y por el futuro. La gente está haciendo un consumo más crítico y puede ser que incluso sin la ley empiece a aceptar estas dinámicas. Urge pensar qué parte jugamos como ciudadanos en esto y cuál es el granito de arena que podemos aportar”, expuso.