LA SALUD DE LOS PRESIDENTES  / Gilberto Haaz

*La salud es la mayor posesión. Camelot. 

 

LA SALUD DE LOS PRESIDENTES

 

En este México nuestro de dimes y diretes, en estas épocas de las redes sociales, donde tuiteros y facebookeros viven la vida loca, ayer mismo comenzó un rumor de que la mala salud del presidente AMLO no era por el Covid, que le habían dado dos infartos cerebrales  y lo tenían muy grave. Al principio sonó como fake news, pero fue tanta la insistencia que tuvo el comandante de la muerte, el sepulturero Hugo López Gatell, a salir en su presentación de las 7 ante la tele, a decir que esos rumores no eran ciertos. Más creció cuando un diario publicó que Alejandro Solalinde, el cura rebelde, salía de Palacio Nacional y muchos opinaban que había ido a bendecir al presidente, otros que a darle la extremaunción, aunque muchos escépticos preguntaban, en esas mismas redes, si los cristianos aceptaban eso, la religión del presidente. Ante eso, me acordé que he leído libros por ahí de la mala salud de los presidentes, unos las escondieron, otros las explicaron a la opinión pública, mediante un médico frente al hospital, cómo iba su caso médico. Con Adolfo López Mateos, contó su biógrafo, el presidente sufría de ataques de migraña durísimos, tenían que encerrarlo en Los Pinos en un cuarto oscuro, años después un aneurisma lo mató. Otro ocurrió cuando al Papa Juan Pablo Segundo (61 años), un locochón le metió un tiro en la Plaza de San pedro, el Papa fue ingresado a la clínica hospital Gemelli, del Vaticano. Desde ahí un panel de doctores daban parte todos los días de su estado de salud. Igual ocurrió cuando al presidente Ronald Reagan (70 años) le metió un balazo otro locochón. Ese balazo a Reagan, el mismo Servicio Secreto no sabía que iba herido, veían sangre que escupía el presidente, pero no encontraban el orificio de entrada debajo de la axila, que le había dado a un pulmón, lo salvó que llegaron en minutos al hospital de la Universidad George Washington, y desde ahí los médicos daban partes de su salud.

 

AUN HAY MAS

 

Donald Trump, como a AMLO, le dio el coronavirus y le llevaron de urgencia al hospital militar, allí le metieron de todo y lo sacaron como a un súper hombre, a los tres días. Salió tan confiado que se quitó el cubrebocas, razón por la cual, como a AMLO, muchos dicen que por ahí les entró el maldito bicho. Pero en la historia de los presidentes americanos, los que mandan y los que importan, muchos han tenido enfermedades, algunas como la de Kennedy la escondieron, porque el presidente en acto de guerra salió lesionado de su columna vertebral y requería medicamentos especiales y camas especiales para dormir. Franklin Delano Roosevetl, aunque la gente lo veía en silla de ruedas por la polio, murió en el cargo de un derrame cerebral, en su último mandato. Dwight Eisenhower, que venía de héroe de guerra y ganador de la alianza de la Segunda Guerra Mundial, cuando venía su segundo mandato sufrió un infarto y un derrame cerebral, pero la prensa se enteró de todo y aun así ganó su segundo mandato. JFK, de todos es sabido que andaba malito, aunque era el más joven en haber asumido el cargo, 43 años, el presidente sufría hipotiroidismo, dolor de espalda y la enfermedad de Addison y estaba tomando una dosis diaria de esteroides y una serie de otras drogas. Cuando fue herido de muerte, acto que se vio en la película Parkland, los médicos al tenerlo en ese hospital vieron que llevaba una faja alrededor de la espalda y parte del cuerpo, preguntaban qué era hasta que se decidieron a quitársela, ya iba herido de muerte y nada sirvió.

Así fueron las enfermedades de algunos. Ahora, los mexicanos solo miramos esperando el pronto restablecimiento del presidente AMLO, de Slim y de todos aquellos mexicanos y mexicanas, no importa su condición social, que están luchando en los hospitales o en sus casas contra el maldito coronavirus. Qué Dios los cuide.

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