LAS DOS MÁSCARAS

POR: JOSÉ MUÑOZ COTA

(In Memoriam)

 

Tragedia y comedia, las dos carátulas clásicas. Sadismo y masoquismo. Amos siervos, Señores y esclavos.

El Dictador ha menester de un tablado, el tablado de Arlequín para representar su gran número.

Todo dictador tiene alma de cirquero en acto de peligro. Suenan los tambores para enunciar el desenlace de una acrobacia a filo de la muerte. El público, está mecido, como en aquella bellísima página de Nietzsche, espera, anhelante, con ímpetus masoquistas, la caída del equilibrista.

El pueblo, pan y circo, ama a sus dictadores como ama a los tenores en el tercer acto de una ópera, Como vibra con los toreros. Masoquismo puro.

Entonces el Dictador camina a tumbos de drama y de comedia. Nada más imponente y trágico que Mussolini en sus olímpicas paradas, nada más ridículo y cómico que Mussolini en sus olímpicas paradas.

Aquel sádico, pequeño dictador mexicano, que caminaba kilómetros para cansar a su comitiva y demostrarles su pujanza, aquella mansa resignación de la multitud, siguiéndolo con admiración, devotamente masoquista.