La tentación máxima del poder: “Solo las olas regresan” / VÍCTOR MURGUÍA VELASCO

El poder genera muchas tentaciones y cuando se tiene el poder político, acaso la tentación máxima sea detentarlo de manera prolongada, más allá de los límites legales.

En México hemos tenido guerras por eso, conflictos políticos fuertes y cacicazgos aciagos vigentes.

Decimos esto porque el presidente López Obrador, otra vez, ha tenido que declarar que en septiembre de 2024 se jubilará y dirá misión cumplida pues, asegura, no será un dirigente eterno.

AMLO es un presidente fuerte al que sus enemigos atribuyen tener la tentación de reelegirse, como Evo Morales, Chávez y Maduro, o cuando menos seguir manejando al país vía otra persona.

La historia de México está llena de reelecciones, de intentos de prolongar el cargo presidencial o de cacicazgos al más alto nivel, por gente que antes de tener el poder negó esa ambición o de plano luchó contra ella.

Porfirio Díaz es el ejemplo más claro de eso. Llegó a la presidencia con la bandera antirreeleccionista, al oponerse a los planes en ese sentido de Benito Juárez y Sebastián Lerdo de Tejada.

Díaz tomó el control del país a finales de 1876 y meses después, ya en 1877, tras ganar elecciones, es declarado presidente, dejando el poder hasta 1910. Dos años antes, en 1908, en entrevista declara que México está preparado para la vida democrática, sin embargo, se arrepiente y vuelve a postularse, “triunfa”, desata la guerra, se va del país y entonces Madero gana enarbolando el precepto de sufragio efectivo, no reelección. Álvaro Obregón, quien fue presidente de 1920 a 1924, logró reformar la Constitución para reelegirse y en ese camino mandó a matar a sus rivales Arnulfo R. Gómez y a Francisco Serrano, antes de ser asesinado. Lo mataron ya siendo, otra vez, presidente electo en 1928.

Plutarco Elías Calles, presidente de 1924 a 1928, en su último informe habló de que había concluido la era de los caudillos y comenzaba la de las instituciones, en alusión a las intenciones de Obregón, pero luego él creó el llamado Maximato, de 1928 a 1934, cuando manejó a los presidentes Emilio Portes Gil, Pascual Ortiz Rubio y Abelardo L. Rodríguez, hasta que Lázaro Cárdenas lo derrumbó. Miguel Alemán sondeó lo de su relección o prolongación del mandato, vía su secretario Rogerio de la Selva y la CROM.

Hubo rechazo, incluidos los de los expresidentes Cárdenas y Ávila Camacho, y Alemán tuvo que declarar que era antirreeleccionista por tradición.

En los 70 corrió por todo México la versión de que el presidente Luis Echeverría quería reelegirse. Al no prosperar esa intensión, impuso como sucesor a su amigo de la infancia José López Portillo (y a un buen número de legisladores) probablemente con el ánimo de manipularlo. Echeverría siguió interviniendo en política y el paisano Gustavo Carvajal, entonces presidente del PRI, mandó el mensaje de que quien fuera a San Jerónimo, lugar de residencia del expresidente, sería besado por el diablo. “El que toca a las puertas de San Jerónimo, simple y sencillamente se quema y truena solo”, dijo Carvajal.

No entendió el expresidente y entonces el subsecretario de Gobernación, Javier García Paniagua, en un discurso bien preparado y a petición de López Portillo, recreó que, mirando el mar, Lázaro Cárdenas llegó a la conclusión de que sólo las olas regresan y que es perversidad querer detentar lo que ya se tuvo, en ese caso el poder. Echeverría, que el próximo año cumplirá 100 años, terminó de embajador en unas islas muy lejanas.

De Carlos Salinas de Gortari y Vicente Fox, alentado por Martha Sahagún, se dijo también de sus anhelos reeleccionistas. Y Felipe Calderón no ocultó su ánimo de ver a su esposa Margarita Zavala como presidenta. Hoy está de nuevo este asunto en el ambiente político de México. Los enemigos del López Obrador lo repiten constantemente y en marzo de 2019, firmó un documento comprometiéndose a no buscar la reelección en 2024, diciendo esto: “Mis adversarios políticos, los conservadores que creen que soy como ellos, porque su verdadera doctrina es la hipocresía, vociferan que la propuesta de someterme a la revocación de mandato encubre la intención de reelegirme en el 2024”. Ahora lo vuelve a repetir, dice que en 2024 se jubilará y que no será un dirigente eterno. Ojalá sea así. La reelección presidencial, al menos hasta ahora, no es para México.