*La verdad siempre os hará libres. Camelot.  

 

EL GENERAL SI TIENE QUIEN LE DEFIENDA

 

La noticia impactó a las redes sociales. El general Salvador Cienfuegos Zepeda, era exonerado por la FGR y el mundo ya no sería el mismo. Comenzaron los insultos y los que estaban a favor y los de en contra, como si se votara un impechmeant. Un excomisionado de la DEA señaló que era una vergüenza para México. Los tuiteros expresaron que así era, porque ahora el Ejército mexicano manda en el país, tienen todo, decían: construcción de bancos, carreteras, aeropuertos y puertos, vacunadores, hospitales, Tren Maya, son los corderos de Dios que quita los pecados del mundo, y ni modo que un ex secretario purgara cárcel. Los que le defienden aseguran que los señalamientos de la DEA eran unas jaladas, que sí alguien lo vio en una Blackberry enviando un mensaje a un narco, que sí fulano o zutano decían que habían visto cuando llegó por un dinero, jaladas en verdad porque, el general solo contaba con 18 millones de pesos en sus chequeras, lo que ofreció para la fianza que le negaron en Estados Unidos, dinero que era producto de su trabajo de más de 40 años en el servicio militar. El presidente AMLO respaldó la integración del expediente de la Fiscalía, acusó que la DEA inventó delitos. Situación que muchos mexicanos coinciden con el presidente. Ese mismo día, el embajador Landau, que ya se va el 20 de enero, señaló que México no había asistido a las reuniones para checar y detener el tráfico de armas que pasan de Estados Unidos a nuestro país. Y que ellos jamás enviarían armas porque, era como enviar a Hitler armas en la Segunda Guerra Mundial. El general sin duda jamás volverá a pisar suelo americano, a Disneylandia, nunca, el Departamento de Justicia señala que lo tiene en la mira. Una pequeña tormenta con Estados Unidos que, esperemos, Marcelo Ebrard componga cuando lleguen los demócratas de Joe Biden. Al tiempo.

 

AQUELLOS TIEMPOS DE BIEBRICH

 

Ayer tarde noche apareció la noticia de que el exgobernador de Sonora, Carlos Armando Biebrich, a sus 81 años moría de Covid. Y me acordé de su tiempo en la época de Luis Echeverría de presidente, un poco como esta época, por parafrasear a Charles Dickens: “Era el mejor de los tiempos y era el peor de los tiempos; la edad de la sabiduría y también de la locura; la época de las creencias y de la incredulidad; la era de la luz y de las tinieblas; la primavera de la esperanza y el invierno de la desesperación. Todo lo poseíamos, pero nada teníamos; íbamos directamente al cielo y nos extraviábamos en el camino opuesto. En una palabra, aquella época era tan parecida a la actual, que nuestras más notables autoridades insisten en que, tanto en lo que se refiere al bien como al mal, sólo es aceptable la comparación en grado superlativo”.  Biebrich era el niño consentido del echeverrismo, lo hicieron gobernador cambiando la Constitución de Sonora querida, tierra consentida, la edad no le permitía llegar (30 años). Echeverría podía todo. Una camada de jóvenes irrumpía en ese escenario, uno de ellos Fidel Herrera Beltrán, a quien el presidente envió a estudiar a la London School of Economics, en Londres, donde estudiaron Tony Blair y Mick Jagger, becado con buen billete a aprender el idioma ingles y a prepararse. Fidel me contó un día que, con lo que le daba la beca, pudo comprarse hasta un auto. Una mayoría de esos jóvenes del echeverrismo lograron ser gobernadores de sus estados. (Por la London han pasado 45 jefes de Estado, 18 Premios Nobel, 7 Pulitzer, pesos pesados de Goldman Sachs y Merry Linch y muchos de Forbes, y Fidel). Biebrich visitaba a la reina de Inglaterra, se codeaba con jefes de Estado, el Papa lo recibía, luego al poco tiempo cayó en desgracia porque, en tiempos de sucesión, se fue por la cargada con Mario Moya Palencia, secretario de Gobernación, la mayoría de la gente lo veía como el sucesor. Echeverría le reclamaba: “Carlos Armando ¿Viniste a México y no pasaste a saludarme?”. Una mañana el presidente le envió campesinos a que le tomaran unas tierras. Biebrich mordió el anzuelo, desalojó a ellos y hubo unos muertos. Le pidieron la renuncia al instante, solo gobernó la mitad del camino. Ambos, Moya y Biebrich, se fueron a una página triste de la historia política mexicana. Historia que escribió el periodista Jesús Blanco Ornelas, en Crónica de una infamia. Oh those were the days, my friend, esos fueron los días, mi amigo.

www.gilbertohaazdiez.com