UNA INSURRECION AMERICANA / Gilberto Haaz

*Y cuando despertaron, tenían casi un golpe de Estado a las puertas del Capitolio. Camelot.  

 

UNA INSURRECION AMERICANA 

 

Parecería un día normal. Un día cualquiera. Votaría el Congreso la aprobación del 46 presidente de Estados Unidos y muy temprano, el bad hombre, Donald Trump llamó a sus allegados afuera de la Casa Blanca, a una insurrección (sublevación de un colectivo contra la autoridad), una Turbamulta asaltaba el Capitolio y el espíritu de los Padres Fundadores de la Patria, se convulsionaba, en sus tumbas se removían Jefferson y Franklin y John Adams y todos aquellos que habían dejado sangre, sudor y lágrimas para crear esa que, algunos llaman, la mejor democracia del mundo. Ayer parecían un país bananero, uno de los tropicales donde han nacido los Maduro y Chávez y los Ortega y los Evo Morales y toda esa caterva de populistas que pretenden y llegan a ser dictadores. La revuelta tomaba el Capitolio. La policía rebasada. Las cadenas CNN comenzaban a informar en directo en inglés y en español, al igual que Foro TV de Televisa, que tuvo buena cobertura. El mundo se paralizaba. Con horror se veían esos actos, donde una mujer murió herida de bala por un policía y tres más fallecieron. Entraban como hordas vikingas al Capitolio. Como Atilas, donde pisaban no crecía la hierba. Las fotos comenzaban a llegar a las páginas de los periódicos del mundo. Ya nada sería igual. Biden pidiendo a Trump que llamara a sus hordas a la tranquilidad. Y congresistas pedían aplicarle al racista anaranjado la Enmienda 25, una que habla de destitución cuando el presidente pierde sus cabales. Nada pasaba. Los congresistas fueron sacados del recinto. El Servicio Secreto fue por dos: Mike Pence, el segundo en la línea de sucesión y Nancy Pelosi, tercera en la línea de sucesión. El horno no estaba para bollos. Se hablaba que llevaban bombas molotov y armas. Los Rednecks (Cuellos rojos) atacaban ese Congreso. Algunas escenas parecían desfile de Disneylandia, como uno que entró como vikingo disfrazado. Los memes comenzaban a sublimarse, en uno de México se veía el logotipo de Morena entrando al Congreso americano.  

 

LOS PRONUNCIAMIENTOS 

 

Todos se pronunciaban, desde Biden hasta George W. Bush pasando por Barack Obama. Bush, republicano como Trump, llamó “repugnantes y propias de una república bananera”, esas acciones. Los historiadores apuntaban que desde 1814, cuando unos ingleses intentaron quemar el Capitolio, nadie se había atrevido a lo de ayer. Obama: “La historia recordará el episodio de violencia incitado por Trump”. Muchos hablaban de detener a ese presidente insurrecto. Aplicarle la Enmienda 25 y enviarlo con su amigo Putin a Rusia, por DHL, solo con el pago de entréguese y no devuélvase. Los vándalos seguían haciendo de las suyas. Llegaba la Guardia Nacional y el toque de queda y por la tarde los congresistas, escena como las de México cuando hasta a caballo se metían los opositores, regresaban a validar al presidente número 46, cosa que ocurrió en la madrugada. Vendrá el 20 de enero y vendrán tiempos de curar sus heridas. Es un pueblo dividido, como nunca, entre los racistas y los que no lo son, entre una derecha violenta y una izquierda que aguanta. Tiempos difíciles para Biden y los demócratas. Los estadistas del mundo, Boris Johnson, Macron y Justin Trudeau, enviaron apoyos a esa democracia y condenaron los hechos. Por la noche se preguntaban qué de México. Nada, entre AMLO y Biden no hay buena química, y la Cancillería no se pronunció. A Trump le cerraron las cuentas de tuiter y de Instagram y de Facebook y Youtube, sus mejores herramientas, y lo dejaron aislado. Le renuncian funcionarios cercanos al presidente. Quizá, si las cosas se componen, pueda ser acusado de traidor a su país y ser enjuiciado para enviarlo al basurero de la historia, donde debe estar este Bad Hombre. 

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