EL HOMBRE Y SU SOLEDAD

POR: JOSÉ MUÑOZ COTA

(In Memoriam)

Cada hombre nace con su soledad a cuestas. Hay hombres que la
convierten en aliada y amiga, en novia fiel; otros, débiles, no saben
qué hacer con ella y sucumben. Por miedo a la soledad que da la
medida del hombre; que sirve para definir su calidad esencial, por
miedo a pensarse, a sentirse, a actuarse, como un "yo" en medio de
sus circunstancias -cuando el hombre es él y la soledad, y su
pensamiento, su emoción y su sentir, la suma de su propiedad
intransferible-, por miedo a la soledad -o al vacío, o a la nada que se
han inventado como fantasmas implacables- el hombre prefiere perder
su individualidad y fundirse en la anonimia, desnudarse de su yo para
ser un uniforme, un uniforme gris, negro o rojo, que camina movido por
la autoridad. Entonces, cuando los demás piensen, sientan y actúen
por él, sin riesos, sin carácter propio, el hombre puede engañarse y
hasta imaginarse feliz, cuando en realidad su máscara no alcanza a
disimular su angustia.

Hay que buscar la angustia de la que los filósofos se quejan tanto en
la actualidad aquí, precisamente, en el asesinato, por miedo, de la
propia personalidad.