EL NACIMIENTO / Gilberto Haaz

*Y la luz de Belén se hizo esperanza. Camelot. 

 

EL NACIMIENTO

 

En el año 753 de la Fundación de Roma, un niño nació en un humilde establo de la aldea judía de Belén, su madre lo envolvió en pañales y los acostó entre las patas de los animales, porque no había encontrado posada. Desde esa fecha, veneramos al Niño Dios. A Él le pedimos ahora que nos libre de este mal que asola al mundo.

 

JESUS, A PROPOSITO DE LA NAVIDAD.

 

He aquí un hombre que nació en una aldea insignificante.  Creció en una villa oscura. Trabajó hasta los 30 años en una carpintería.  Durante tres años fue predicador ambulante. Nunca escribió un libro. Nunca tuvo un puesto de importancia. No formó una familia. No fue a la universidad.  Nunca puso sus pies en lo que consideraríamos una gran ciudad. Nunca viajó a más de trescientos kilómetros de su ciudad natal.  No hizo ninguna de las cosas que generalmente acompañan a los grandes.  No tuvo más credenciales que su propia persona.  La opinión popular se puso en contra suya.  Sus amigos huyeron. Uno de ellos lo traicionó.  Fue entregado a sus enemigos.  Tuvo que soportar la farsa de un proceso judicial.  Lo asesinaron clavándolo en una cruz, entre dos ladrones.  Mientras agonizaba, los encargados de su ejecución se disputaron la única cosa que fue de su propiedad: una túnica.  Lo sepultaron en una tumba prestada por la compasión de un amigo.  Según las normas sociales, su vida fue un fracaso total.  Han pasado casi veinte siglos y hoy Él es la pieza central en el ajedrez de la historia humana.  No es exagerado decir que todos los ejércitos que han marchado, todas las armadas que se han construido, todos los parlamentos que han sesionado y todos los reyes y autoridades que han gobernado, puestos juntos, no han afectado tan poderosamente la existencia del ser humano sobre la tierra como la vida sencilla de Jesús.

 

LA NAVIDAD DE BORGES.

 

La navidad tiene un significado especial para Borges, pues aunque no sentía merecer los regalos que recibía cuando era un niño, sí le encantaba ver a su abuela paterna colocar los adornos en el árbol de navidad. El propio Borges reconoció ese sentirse poco merecedor de regalos en la dedicatoria que le hizo a su madre, Leonor Acevedo de Borges en la primera edición de sus Obras Completas (1974).  “Yo recibía los regalos y yo pensaba que no era más que un chico y que no había hecho nada, absolutamente nada para merecerlos. Por supuesto, nunca lo dije: la niñez es tímida”.  Además de esa timidez que acompañó sus navidades y sus recuerdos en la casa de su abuela Fanny, la navidad de 1938 marcó su vida literaria, cuando a la edad de treinta y nueve años  se accidentó. La madre del laureado escritor, contó en una ocasión a la revista francesa L´Herne, que “en vísperas de Navidad él fue a buscar a una invitada a cenar. El ascensor no funcionaba y él subió la escalera muy rápido, no se apercibió de la hoja abierta de una ventana. La herida no fue, al parecer, bien curada, y se complicó con una infección, alta temperatura y alucinaciones. Al cabo de dos semanas, la fiebre empezó a descender y él me pide que le lea una página. De vuelta a su casa, él se dispone a escribir un cuento fantástico, el primero.” A partir de este incidente la literatura de Borges cambia, según algunos críticos antes de este accidente Borges era más un poeta y crítico de libros y pasa luego a crear cuentos que son a la misma vez ensayos. Quizás por ese incidente en Nochebuena nace su literatura fantástica, o una simple coincidencia hace que la nueva faceta que experimenta Borges como escritor se dé luego de ese accidente. Sea como sea, recordamos en esta Navidad a Jorge Luis Borges con su bello don de escribir.

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