LA LIBERTAD Y YO

POR: JOSÉ MUÑOZ COTA

(In Memoriam)

 

Desde pequeño me gritaron: No hagas esto. ¿Quién ha reconocido la personalidad inalienable del niño?

Pero cuando ya fue joven, entonces siguieron exigiéndome: no hagas esto y ahora que soy hombre -asomado al balcón del otoño- todavía me persigue la voz de las órdenes y el eco de los imperativos.

Entiendo la revolución, con su inevitable violencia, con su angustia, con sus excesos y, a veces sus injusticias, como a un mal necesario, con tal de que me acerque al árbol de la libertad

No es que sostenga la tesis de que el fin justifica los medios. La libertad no justifica crímenes, ni inútiles violencias; la libertad, es obvio, no perdona las dictaduras ni los absolutismos.

La libertad y yo vivimos en apoyo mutuo. Formamos parte de la solidaridad humana; somos gajos de la mutualidad universal

Nada justificaría mi libertad si hay otros seres humanos esclavos: ¿por qué iba yo a gozar, aisladamente, el privilegio de la libertad?

Pero nada me puede convencer de la libertad si ésta descansa en los medios de la dictadura, de la explotación de una parte de la humanidad por la otra parte.

Han inventado el mito de las clases para llenar el hueco visible en la teoría humanista.

No es verdad que la sociedad esté dividida, mecánicamente, en clases perfectamente deslindadas. Las clases -aceptando esta denominación- se entremezclan, se entrelazan, viven en correlación perfecta. Pero por encima de esta clasificación artificial está el hombre; están los hombres y lo que urge es la libertad no de una clase -¿entonces que vamos a hacer con los demás hombres?- sino de la humanidad en forma integral.