CUANDO YA NI LOS PÁJAROS SON LIBRES

POR: JOSÉ MUÑOZ COTA

(In Memoriam)

 

Es arena sin brillo la que cae en el tiempo que vivimos. Horas de zozobra y de llanto, de incertidumbre y azoro.

Las lanzas debajo de la almohada, en espera del alba, según el bello decir del poeta chino.

Tengo frente a mí un cuadro, la angustiosa pintura de un joven pintor, Eduardo Castellanos.

El tema es estrujante. Una alambrada, en primer término, y, detrás en campo de concentración azul, golpeándose las alas, pájaros confinados con alucinante revoloteo.

Cuando ya ni los pájaros son libres… He tratado de escribir un poema de proferir un grito de rebeldía, de romper con mi voz esas púas ignominiosas que aprisionan la libertad de los pájaros.

Otra vez la amenaza de la guerra empequeñece la estatura del hombre.

Los hombres están confinados en el campo de concentración de sus temores, del miedo a la destrucción, de la angustia sin límites.

Rebeldía, aquí, es amor a la vida, a la alegría de vivir, a la primavera de la sonrisa que se parte y se comparte por los caminos del hombre.

Rebeldía, aquí, es amor a la belleza, cuando la guerra es paridora de fealdades y de miserias.

Este cuadro, con su desnuda tragedia, es un poema de rebeldía.

Principio así el canto de protesta:

Los hombres, este montón de tierra con angustia. Ya anduvieron revueltos relámpagos y muerte. Ya un pedazo de cielo mal herido,

Náufrago solitario, se hunde y no se hunde por el rio

Los hombres, este montón de tierra con angustia, enloquecen sus caras homicidas, disparan su locura uniformada.