El presidente es, a la vez un candidato, o quizás debiéramos inferir que la metamorfosis de candidato a presidente no ha sido completa, a juzgar por el acentuado perfil mediático de su conducta en el cargo más importante del país. Porque el de ayer, más que un informe de actividades, fue la reiterada insistencia de dibujar un cambio que acaso por la inmediatez aún no se percibe a plenitud y solo en la visión retrospectiva será posible visualizarla. ¿Avances en la gestión pública de estos dos años? Depende desde la perspectiva en que se observe, para los jóvenes becarios, excelente, para los adultos mayores un bálsamo a su existencia, para los siervos de la nación que esto se prolongue al infinito. Pero hay sectores bastante resentidos, como la población que dejó de percibir los beneficios de los gastos catastróficos en el sector salud, los padres de niños con cáncer y enfermos de VIH que acuden en busca de medicinas y no las hay, los más de 11 millones de mexicanos ingresados a la pobreza alimentaria, los miles en el desempleo, los miles de empresarios quebrados, la pésima conducción en la estrategia sanitaria, etc., forman otro universo desde el cual el balance no parece ser muy favorable.