LA MUERTE DE KENNEDY (DALLAS) /

Por: Gilberto Haaz

De Kennedy: “Perdona a tus enemigos pero nunca olvides sus nombres”. Camelot.

 

LA MUERTE DE KENNEDY (DALLAS)

 

Soy un Kennediano cuenqueño. He visto y leído casi todo sobre la carrera del presidente JFK. Desde sus inicios hasta su muerte, en Dallas. He visto films buenos, aquel de Oliver Stone que ganó un Oscar y relata la conspiración. Hay otro, Parkland, dirigido por Tom Hanks, da cuenta de cuando el presidente llega baleado al hospital texano Parkland, y comienza su resucitación médica, que nunca llega. De libros, los señeros, desde la biografía de Ted Sorensen, ese joven que no era irlandés y llegó un día a la oficina del Senador Kennedy para decir que quería trabajar con él, y se convirtió en el mejor jefe de prensa en la Casa Blanca, aún todos los que llegan allí quieren ser como Sorensen. El gran libro, La muerte de un presidente de William Manchester y otro llamado La conspiración. Conozco el film de Zapruder cuadro por cuadro. Y siempre me prometí ir a Dallas (sin albur) y también al Cementerio Nacional de Arlington, donde está sepultado junto a Jackeline y Bobby y su hijo John-John. Ahora rememoro Dallas. 57 años después de aquel 22 de noviembre de 1963.

 

EN DALLAS TEXAS

 

Pido al Concierge nos indique cómo llegar al lugar donde fue acribillado el presidente Kennedy, un 22 de noviembre de 1963. Me dice cómo. Sugiere tome un tren que va a ras de piso, nada de Metro ni elevado. A ras de piso. El ‘Transit Pass’. El boleto más barato vale 4 dólares, pero es por todo el día, uno puede andar enchicualado o tristeando arriba de ese tren que mueve al millón y pico de personas que aquí viven. Meto ocho dólares a la máquina y entrega dos boletos. La rareza comienza cuando arriba del tren o tranvía medio rápido, nadie te pide el tiquet. Me explican que, como en Europa, de repente suben inspectores y si te agarran fuera de base, las multas son fuertes, de 75 a 100 dólares. Camino al tren, un alto y un par de Coronas, las cervezas mexicanas, si voy a pagar 4 dólares por una, prefiero que sea mexicana. Voy a la esquina donde balearon a JFK. Veo el edificio donde dicen que Lee Harvey Oswald le disparo solito. Mentira de muchos.

En el Downtown, en pleno centro, en las calles Main, Houston y Elm, donde la caravana presidencial llegó, dobló la esquina y sonaron varios balazos que cambiaron el rumbo de la historia. Desde ese día Dallas ya no fue la misma. Siempre hay gente en ese sitio, a cualquier hora. Cientos y cientos buscan el sitio donde falleció Kennedy. Llegamos y vemos todo: el montículo donde Zapruder filmó la única película que da cuenta del crimen. Si eso hubiera ocurrido hoy, 57 años después, sobraría evidencia fílmicas de los teléfonos celulares de todo mundo. Pero en aquellos años no existían los celulares. Hay americanos con niños. La historia camina entre ellos. En la Plaza, donde hay una placa en su memoria, se dejan flores. Y fijan banderas, hay una inglesa y otra francesa, la muerte del presidente impactó al mundo. El tráfico pasa siempre con cuidado, suele la gente atravesar la calle y retratarse a la mitad, donde pintada una equis da cuenta del sitio donde balearon al presidente. El montículo está igual, desde allí se sospechó que otro tirador disparó. Cuando los primeros balazos, la policía corre a ese sitio, ya luego lo harían al depósito de libros.

 

RUMBO A LA LIBRERÍA

 

Dejamos la calle y nos formamos a comprar un tiquet para entrar al Sixth Floor Museum, el museo de ese crimen, el lugar donde Lee Harvey Oswald disparó, según los viejitos de la Comisión Warren. Nos formamos, el precio ahora es de 14 dólares la entrada. Hay que comprarlo y aguardar para que, dos horas después, se pueda entrar. Coordinan todo en orden. Es lugar no muy grande donde exhiben en retratos toda la secuencia del crimen y pasajes de JFK y Jaqueline. La esquina del sexto piso donde Oswald disparó y el rifle que aparece en otro rincón sobre cajas de cartón, como se suponía fue el día del tiro. Testigos mudos de aquella tragedia que enlutó a una nación. Exhiben además una película del funeral. Y está la cámara de Abraham Zapruder y el teletipo de la Asociated Press, que dio la noticia al mundo. No había internet ni tecnología de primera, como ahora.

www.gilbertohaazdiez.com