VERGONZOSA CLASIFICACIÓN MUNDIAL DE MÉXICO A RAÍZ DE LOS ASESINATOS DE PERIODISTAS

Por Mouris Salloum George

Es necesario apuntar que la ignorancia es curable, mientras que la estulticia es endémica. La ignorancia es en el mundo contemporáneo el germen de la división, el sexismo, el racismo y todas las formas de violencia contra los derechos humanos; la estulticia es tendencia, el número de idiotas es infinito.

 

La ignorancia se cronifica y deviene en amenaza; “perversi difficili corregitur” (los perversos difícilmente se corrigen). El ignorante contemporáneo es malvado, abusivo, ignominioso, teniendo todos los medios a su alcance, no quiere aprender. Luego pasa lo que pasa, y nos horroriza.

 

Aunque todo el catálogo legislativo mexicano sostiene que la ignorancia de la ley no exime de su cumplimiento, la ignorancia en el poder, argumentan muchos estudiosos a lo largo y ancho del mundo, casi debería considerarse un delito, porque de nada sirven en todo caso los batallones de asesores que no son oídos ni consultados.

 

La intolerancia ignorante y la discriminación se han agravado por la distribución desigual de la riqueza, la marginación y la exclusión social. Pretenden los ignorantes utilizar las nuevas técnicas de comunicación, incluidas las redes sociales para difundir propaganda nociva contra etnias, desvalidos, periodistas y migrantes.

Señalan los analistas extranjeros que México tardará demasiado en erradicar todas las manifestaciones de intolerancia. Tendrá que reforzar, —opinan—, toda la legislación existente para castigar con dureza los delitos de lesa humanidad, educar contra las equívocas interpretaciones de los gobiernos, en primer término.

 

Inmediatamente después, alentar la libertad efectiva de prensa y el pluralismo, apoyar la toma de conciencia individual para romper el círculo vicioso que se forma entre la desconfianza y la violencia en la sociedad y detectar, y por último, desprestigiar y exterminar la propaganda nociva que la incuba y la propaga.

 

La intolerancia progresa en México y mata a gran escala. A la vez, plantea numerosas cuestiones de índole moral y política. Es una seria amenaza para la vida en paz, seguridad y libertad, vocablos que ya casi se han olvidado; tal parece que la violencia que genera es inherente a sus naturalezas.

 

A la aceptación y al aprecio de la diversidad, de la discrepancia, a la capacidad de vivir y dejar vivir a los demás, al libre albedrío de tener cada quien sus propias convicciones, aceptando que los otros tengan las suyas, al privilegio de gozar de sus derechos y libertades, sin vulnerar los del prójimo, se opone la ignorancia empoderada y rastacuera.

 

El hecho infamante de que los condenados a muerte por el poder sean elegidos entre los adalides de la libertad de expresión y de prensa, desnuda a un sistema cuya brújula ha sido maquinada mente extraviada por quienes no tienen otro objetivo en la vida que acumular riquezas sin miramientos y sin ningún asomo de dignidad. Pasar sobre quien sea.

 

El nuevo sistema político mexicano se está construyendo sobre cimientos de ignorancia, odio, miedo, codicia, intolerancia y depredación de los bienes nacionales; así no se va a ninguna parte, aunque los que están en el poder prestado presuman que vienen de regreso de todos lados.

 

Mientras el régimen no respete las libertades esenciales, las garantías constitucionales, seguiremos siendo mencionados en las páginas negras de las organizaciones no gubernamentales, como” “Reporteros Sin Fronteras”, que sitúan al país en el sitio 144 de 180 países en la Clasificación Mundial de la Libertad de Prensa. Simplemente vergonzoso.

 

O la organización no gubernamental “Artículo 19”, la cual que señala que México, durante el presente sexenio, es el segundo país con mayor número de asesinatos de periodistas, sólo por debajo de Afganistán. El 99.6% de los asesinatos de compañeros periodistas mexicanos no se investiga de manera exhaustiva, imparcial y objetiva, concluye la organización.

 

No cabe duda: la ignorancia y la estulticia van de la mano y se han empeñado en desacreditar y exterminar los mejores rasgos de lo nuestro.