CUAUHTEMOC EN AQUELLA CENA 

*La historia es émula del tiempo, depósito de las acciones, testigo de lo pasado, ejemplo y aviso de lo presente, advertencia de lo por venir. (Miguel De Cervantes). Camelot. 

 

CUAUHTEMOC EN AQUELLA CENA

 

Era el año 2017, presente lo tengo yo. Llegaba a Xalapa el hijo de la leyenda, del gran Tata Lázaro Cárdenas del Río. Venía a la presentación de un libro en homenaje a su padre, escrito por él mismo, Cárdenas por Cárdenas. Una noche de un día anterior, cuando se presentaría en la UV, su amigo personal, Manolo Fernández Ávila-Camacho, invitó y convocó a una cena reunión a un grupo de contertulios, entre ellos sus hijos, Rodrigo y Antonio; el gran Messi de las relaciones públicas, Jesús Corichi, los periodistas Orlando García y Felipe Hakim, Paco Montfort y, lógico, quien esto escribe. Un vinillo y unos quesos relajaron la plática en la bella residencia de Las Animas, con un tiempo un poco frio pero agradable, entre la gran vegetación de ese sitio paradisiaco, en una mesa cuadrada y tomando cada uno su lugar, comenzó la charla entre amigos. Los dos, Cuauhtémoc Cárdenas Solórzano y Manolo Fernández Ávila-Camacho, provienen de linaje de políticos emparentados con presidentes de la República, el gran expropiador Lázaro Cárdenas del Río y don Manuel Ávila Camacho, tío abuelo de Manolo. A sus 84 años en ese tiempo, el hombre que logró la escisión y cisma del PRI y que, junto a Ifigenia y Rodolfo González Guevara y Porfirio Muñoz Ledo, hicieron cimbrar al partido poderoso, cuando le dijeron al presidente De la Madrid: ahí se ven, y se fueron a fundar el PRD. El tres veces candidato a la presidencia, una de ellas cuando el sistema se cayó y todos sospechaban que había sido el ganador, exgobernador de Michoacán y primer jefe de Gobierno de Ciudad de México logrado por votación, hablaba de los proyectos por venir. En el fondo habrá sentido, como se lo expresé, que él era quien debió haber sido el primer presidente de las izquierdas, cuando todos vislumbrábamos que le venía directo a Andrés Manuel López Obrador, que cabalgaba a toda velocidad hacia la presidencia, lo que luego llegó.

 

AQUELLA RENUNCIA AL PRI

 

En una de esas, le dije si su renuncia al PRI habría sido porque el presidente le negó ser director de Pemex, para cuidar el tesoro de su padre, me contestó que no, que eso ya estaba como una olla hirviendo a punto de explotar. Es el político mexicano más respetado, al igual que Porfirio Muñoz Ledo, en esta nueva etapa de la política. A Manolo Fernández, un buen y excelente exalcalde de Xalapa, ex diputado local en tiempos de Gutiérrez Barrios, le ofreció que sería un buen candidato a la gubernatura de Veracruz, siempre y cuando dejara al PRI. Manolo, con esa fidelidad y lealtad a ese partido, por los antecedentes familiares, le dijo que eso le venía por herencia y que tampoco dejaría que ninguno de sus hijos entraran a la política, que el país necesitaba de mejores empresarios y no tantos políticos, como así ha sido la vida de ellos entre tantas empresas exitosas, sobresaliendo el excelente café de sus tierras, el Don Justo, rico en sabor y olor. Terminó una cena muy casera, con excelente comida, Manolo lo llevó a un recorrido por la bella finca y después partimos a la meme. Al otro día en la UV presentaría el libro. Le acompañamos y disertó para el público y Medios de Comunicación. Y me vino el recuerdo a la cabeza, porque hace unos días, con su forma de hablar clara y directa, el llamado Ingeniero, Cuauhtémoc Cárdenas Solórzano, como una crítica constructiva, dijo ante el presidente AMLO: “que su padre, el general Lázaro Cárdenas del Río, fue respetuoso de la oposición a pesar de los ataques viscerales a su gobierno”.  Como diciendo: a aguantar vara.

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