NICANOR JUANZ, EL ARTISTA / Teodoro Couttolenc Molina

FOLIOS AL VIENTO

NICANOR JUANZ, EL ARTISTA

Por: Teodoro Couttolenc Molina.

 

Los trazos son fuertes, cada línea del dibujo es gruesa y continua, adopta las sinuosidades necesarias para dar a su contenido la disposición precisa; denotan la personalidad firme, alegre, salidora y tozuda del artista; sencillos y límpidos, los pliegues exageran lo susceptible de exagerar sin lesionar la realidad, pero con la suficiente intención para provocar la sonrisa, la risa, y lo más sobresaliente: que el propio objeto de la caricatura disfrute de su personalidad.

Nicanor Juanz es un fenómeno excepcional en su arte. Cualquiera se pregunta “Por qué cada caricatura llegó por igual a lo más profundo de la sensibilidad popular y entronizó a Nicanor, como uno de los “Moneros” predilectos de los lectores de periódicos y revistas, de los buscadores de caricatura que exponga la crítica que el pueblo espera sobre un personaje”.

Nicanor descolló desde que un lápiz trazó su primer dibujo. En la escuela primaria ya remedaba lo estrafalario o cómico de algunos de sus compañeros e incluso de sus maestros.

¿Cuál es su filosofía? El ideal popular, que ha sido castigar o cuando menos burlarse de quien no cumple con sus obligaciones sociales o las utiliza para su beneficio medrando con los intereses públicos o la miseria de los humildes, de los desheredados. Nuestro hombre da cauce a esta última posibilidad.

No se requieren rigurosas explicaciones para ingresar a la filosofía de Nicanor.

Contempla y refleja al ser humano como una realidad que tiene historia; alguien que posee una misión que cumplir, si se sale de esa misión, si la incumple o lo hace de manera incorrecta, allí está el lápiz de Nicanor para exponerlo ante el criterio popular. Y puede ser muy enérgico, puede fustigar con satírica rudeza.

Esta labor nada misteriosa, pero si constante, persistente, tenaz, desenfadada, tiene un solo premio: la aceptación pública. Eso es lo que llena si no los bolsillos si el ánima de Nicanor y con esos centenarios de oro espiritual se siente rico. Y lo es. Millonario en afecto y en reconocimientos.

¿A qué más puede aspirar Nicanor?

El problema de la caricatura es a quienes parodiar; aparentemente no hay dificultad para encontrar el tema diario. Pero el del monero es un trabajo sencillo porque de entre el cúmulo de noticias que pueblan los medios y los acontecimientos regulares del entorno, debe rescatar hechos, personajes, sucesos, pero no cualquiera, sino aquellos que de acuerdo a su sensibilidad deba expresar y difundir con la fuerza de su ingenio.

Yo sostengo que la caricatura de Nicanor es seria, absolutamente seria, a pesar de que nos haga sonreír o reír a carcajada abierta. Por eso se ha ganado una maravillosa fama y su voz es escuchada por las más altas jerarquías oficiales y populares. Otra razón: no es oficialista, más bien parece una independiente instancia de Derechos Humanos a la que acuda o no, el pueblo siempre encontrará sanciones, observaciones y señalamientos a funcionarios inescrupulosos o incorrectos.

Esa clase de trabajos debe poseer un definitivo contenido social. Quien ejerce el oficio debe ajustar sus actitudes cotidianas a su manera de interpretar e influir en la vida de la colectividad, debe ajustarlas a su pensamiento de cómo es y cómo deber la intención de quienes pretender servirla. Y desde esta posición personal analizar y criticar la postura de los servidores públicos, pero también de los miembros de toda la comunidad. Esa debe ser su aportación y siempre con el agudo sentido de lo veraz y de lo humorístico que cada cuadro presente.

Por esto, debemos decir a nuestro amigo el gran caricaturista crítico Nicanor: Eres un artista completo; la sociedad te necesita, todos te necesitamos. Continúa con tu ejemplar labor.

 

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