Hasta qué medida la evolución política del pueblo de México ha avanzado, o retrocedido según se vea, lo podemos observar en el actual diferendo entre el gobierno federal y el gobierno de Chihuahua en el que se escucha al presidente de México informar que no invita en su gira por esa entidad al gobernador porque mantienen diferencias de fondo, y al gobernador responder calificando el hecho como una falta de respeto del ejecutivo federal a la autoridad local. Culpas son del tiempo, sin duda, porque hace cincuenta años esas diferencias las resolvía el gobierno federal ordenando a la Cámara de senadores declarar la desaparición de poderes en la entidad con gobierno en conflicto. Previamente, claro, el Secretario de Gobernación había “convencido” al gobernador de irse sin hacer olas, y todo volvía a la normalidad. Ojalá no haya tentación de exhumar y aplicar en pleno siglo XXI esos drásticos procedimientos de un pasado añorado por unos, aborrecido por otros.