EN EL BETHESDA 

*Luis Buñuel, cerca ya de la muerte, manifestó que lo ideal sería poder levantarse de la tumba cada 10 años, comprar el periódico, ver un telediario, enterarse de los últimos chismes, tomarse un martini y volver al cementerio. Camelot. 

 

EN EL BETHESDA

 

La noticia cimbró al mundo. El presidente Donald Trump, que se negó toda la vida a utilizar el cubrebocas, pagó con brillantes sus pecados, se infectó del maldito virus del Covid, pero su médicos aseguran que va requetebién. Qué bueno. Desde ayer las televisoras del mundo se pusieron en cadena, lo vi en CNN, por la tarde el helicóptero Marine One estaba en los plácidos jardines de la Casa Blanca, para trasladar al hospital Naval de Bethesda al poderoso dirigente del mundo. Todo va bien, el helicóptero voló junto a otro igual, que por razones de seguridad siempre vuelan dos, para que la perrada abajo no sepa en cual va el presidente de Estados Unidos, por aquello de no-te-entumas o un loco terrorista dispare un misil tierra-aire desde abajo. Subió por su propio pie, trajeado como es su costumbre, con cubrebocas, ahora sí, y parece que va a salir todo bien. Entonces mi memoria se acordó cuando en un aciago día de noviembre de 1963, a ese mismo hospital, llegó de Dallas el cuerpo inerte del presidente JFK, muerto ya por una emboscada criminal, que los viejitos de la Comisión Warren solo culparon a Lee Harvey Oswald como el único tirador. Del hospital Parkland en Dallas, Texas, al Naval de Washington para la autopsia. Ese hospital está considerado el hospital Naval y más importante centro médico de Estados Unidos.

 

QUE OCURRIRIA SI FALTA TRUMP (CANDIDATO)

 

Tiene fiebre alta y ha necesitado oxígeno, dicen los partes médicos en Washington. Donald Trump sobrevivirá a ese virus maldito. Esta semana, aseguran, regresa a la Casa Blanca. Eso no se tiene duda. Si han sobrevivido Bolsonaro y el inglés Boris Johnson, este americano tiene a los mejores doctores epidemiológicos y está en el mejor hospital militar del mundo. Allí donde si te mueres, es porque Dios ya te necesitaba allá arribita. Han cuestionado todas las cadenas televisivas americanas y reviven qué ocurriría si fallece el presidente, en ese esquema político de gobierno tienen un vicepresidente y en la escala si el vicepresidente no podría, ahí está Nancy Pelossi, la jefa del Congreso. En eso no tienen ningún problema. La cadena de sucesión a la muerte está bien fija en la Constitución. A la trágica muerte de JFK, el gandalla sucesor, Lyndon B. Johnson, le comían las habas y no esperó jurar ante la Constitución y Biblia en Washington, le urgía hacerlo y se trepó a un avión que no era de él, porque el Air Force One pertenece al patrón, allí llamando a una juez amiga juró como presidente de Estados Unidos. Gerald Ford lo hizo con calma, a la huida de Richard Nixon apaleado por el Watergate. En estados Unidos se respira el peligro, escribe desde Washington el novelista Richard Ford. A un mes de las elecciones de un 3 de noviembre que se antoja difícil para Trump, un hombre de 74 años y con problemas de peso, las cadenas ahora hurgan en si el candidato presidente podría continuar la campaña. Médicos dicen que quedará tocado por el virus, flaco, ojeroso y cansado y con pocas ilusiones. Unos sugieren retardar la elección, cosa difícil. Los miembros del partido republicano podrían designar un sustituto, harían una convención fast-track y sacan candidato, como en los tiempos de la cargada del PRI. Las papeletas ya no podrían imprimirse, saldría el nombre de Trump. Mucha gente ya ha votado por correo, calculan en millones. En ese rubro, de que un candidato no pudiera seguir la contienda, cosa que nunca ha sucedido, están enredados. No saben qué hacer. Se podrían enredar como el Caso Colosio, que a su muerte Salinas se quedó con pocos candidatos y quería a uno de los suyos, pero la Constitución ya no lo dejó hacer a su manera y de la manga del chaleco sacó a Ernesto Zedillo and Procter and Gamble, para su pura desgracia. Veremos.

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