AQUELLOS AÑOS FELICES 

*Oh la vida, la caprichosa vida. Camelot.

 

AQUELLOS AÑOS FELICES

 

El Facebook, que todo te lo recuerda, me recordó una visita de pisa y corre a la Ciudad de México, hace unos tres o cuatro años. Al pie del hotel Sevilla Palace, en Reforma, donde suelo hospedarme, sucursal del Liabeny de Madrid, o al menos del mismo dueño, saliendo una mañana a caminar hacia la avenida Juárez, legendaria calle, a los pocos metros en Reforma estaba la oficina central de la Sedatu (Secretaria de Desarrollo Agrario, Territorial y Urbano), donde gobernaba a placer Rosario Robles Berlanga (No te preocupes, Rosario), hoy caída en desgracia. Vi a un tipo en un plantón. Su vestimenta llamó mi atención: sombrero de palma, barba a la Trotsky, de piochita, camisa azul y chamarra vaquera. Al lado tenía un campamento donde dormía todos los días del plantón. Una casa de plástico puesta sobre esa avenida donde deambulan miles y miles de paseantes y citadinos. Me acerqué y platiqué con él y me tomé una foto. La gente al pasar le dejaba algunas monedas, para que se alimentara. Tenía unos terrenos en no sé qué parte del país y necesitaba que se los regularizaran. Al parecer nadie le hizo caso. Vi hoy el mensaje y me acordé como es la vida. Hoy ese hombre seguro debe estar en su tierra y en sus terrenos, y Rosario pisa la cárcel y duerme en ella desde hace poco más de un año. A ella no le alcanzó el pacto de Peña-AMLO, donde pidió el muñeco que no les tocaran a su Gabinete, bueno, a algunos, entre ellos Gerardo Ruíz Esparza, hoy difunto,  por eso Lozoya se enardeció, porque no iba en el paquete. Vida de dos personajes.

 

EL ZAR RUSO (VLADIMIR PUTIN)

 

En estos tiempos de confinamiento y de pandemia, cuando la vida solo nos deja escribir, leer y ver películas, me metí a un Sanborns de Slim en Plaza Valle, el jefe Slim, que nos dará la vacuna a todos los mortales en enero o febrero, o para abril o para mayo, como cantan los Hermanos Carreón. Andaba tras el de Putin. Ver y conocer la historia de este hombre que gobierna Rusia como un Zar. Como aquel Último Zar, Nicolás II, que resultó abatido con su familia, los Romanov. Empecé el libro y me fue llevando paso a paso al encumbramiento de este hombre que, desde abajo, de orígenes humildes, como plomero de la KGB, la suerte y el destino lo fue llevando desde San Petersburgo a convertirse, cuando Boris Yeltsin, flaco, ojeroso, cansado y sin ilusiones, lo nombró su primer ministro (1999-2000) y de ahí a llegar a presidente (2012) solo necesitó un paso para esa sucesión, que el mismo Putin presumió que desde hacía 1 mil 100 años no se había dado en plena calma y gran transparencia. Buen libro, devoro noche tras noche unas 100 páginas y va llevando a uno a esos intrincados caminos donde el estilo personal de gobernar de este agente de la KGB, es único. La crisis del hundimiento del submarino Kursk. Su contacto con Bill Clinton y con Bush hijo cuando lo llevó a su rancho en Houston, en Crawford, Texas, y conoció la grandeza de Estados Unidos, dos días después visitó el sitio donde las Torres Gemelas habían caído en Nueva York y siempre, desde ese ataque terrorista, se posicionó al lado de los americanos y contra el terrorismo. Luego riñó con Bush y una cierta tarde, frente a frente Bush le reclamó de que no permitiera la libertad de expresión, Putin se había agandallado la única televisora que informaba con libertad, y el ruso montó en cólera, Bush dijo años después que en esa platica gusto le hubiera dado pararse y darle unos golpes. Aunque no la iba a tener fácil, Putin se la vive haciendo ejercicio y está bien mamado. Ahora mismo está sufriendo un quebranto, pues el primer adversario a su gobierno, fue envenado arriba de un vuelo comercial, le dieron un té como al Papa Juan Pablo I, con veneno que usaba el Ejército Rojo y fue trasladado de urgencia a Alemania, donde la Mamá Merkel lo puso bajo cuidado médico en sanatorio berlinés y ya lo sacaron de la crisis del coma inducido. Para llegar a la conclusión que si lo habían envenenado. Putin se comporta a veces como los bolcheviques. Un buen libro, que leo noche tras noche. Ahí les cuento más, cuando se pueda.

www.gilbertohaazdiez.com