LAS FOTOGRAFIAS 

*La fotografía ayuda a las personas a ver. Camelot. 

 

LAS FOTOGRAFIAS

 

Decía el histórico y afamado fotógrafo, Robert Capa: “Si tus fotografías no son buenas es porque no te acercaste lo suficiente”. Las frases cursis suelen decir que una fotografía vale más que mil palabras. Depende. La otra fotógrafa afamada, Susan Sontag: “La fotografía es, antes que nada, una manera de mirar. No es la mirada misma”. Julio Cortázar, que amaba la escritura y la fotografía, dijo: “Entre las muchas formas de combatir la nada, una de las mejores es hacer fotografías”. Otro fotógrafo, Henri Cartier-Bresson: “Fui a Marsella. Una pequeña renta me permitía costearme los gastos, y trabajé con entusiasmo. Acababa de descubrir la Leica. Se transformó en la extensión de mis ojos y nunca me he separado de ella desde que la hallé. Merodeaba por las calles todo el día, tenso y preparado para brincar, resuelto a ‘atrapar’ la vida, a preservar la vida en el acto de vivir. Ante todo, ansiaba apresar en los confines de una sola fotografía toda la esencia de alguna situación que estuviera desarrollándose delante de mis ojos.”   Hay fotos que sirven para descripciones. Y gente que vive pegada a sus cámaras, como Horacio Fadanelli, famoso fotógrafo orizabeño. Apenas leí por ahí que un jalapeño, Efrén Mota Cabrera, con una cámara Cannon captó el momento, hace 20 años, que en Lomas Taurinas Luis Donaldo Colosio era llevado cargado herido de muerte, con la cara ensangrentada, en esa foto instantánea que le dio la vuelta al mundo y que el Times lanzó a todo diario que la publicó. Un Zapruder de los nuestros, solo que aquel en Dallas, Texas. Uno pica el Google y te aparecen las 100 más famosas, desde aquella del desembarco en Dunkerque, hasta la caída de las Torres Gemelas y muchas anecdóticas.

 

ESAS FOTOS HISTORICAS

 

Un monje ardiente, en 1963, la reina Isabel cuando era joven y cabalgaba a caballo y se le desmayó un soldado ingles de su guardia real, uno de su corte, ella solo voltea a verle y el protocolo impide que los compañeros lo levanten, tendido yace de ese desmayo. Aquella del soldado saltando del Muro de Berlín, cuando dividieron a Alemania en dos, los malos y los menos malos, rusos y americanos. La de Fidel Castro fumando un cigarro mientras se aprecia que lleva dos relojes Rolex en una reunión con Jruschov, en el Kremlin, 1963, el pueblo que se joda, yo los uso, esos Rolex. Fotos existen muchísimas. Hay una del Ataúd de John F. Kennedy durante el funeral de estado celebrado en el edificio del Capitolio, 1963, que es impresionante. Tomada desde arriba. Desde donde en una toma se ve todo cuando el pueblo americano lloró a su presidente caído. En 1947, una mujer saltó desde el Empire State Building neoyorkino y su foto es bellísima, la llamaron la bella mujer suicida, cae sobre el techo de un auto y queda tendida, sin desfigurado su rostro, parecería que posa como modelo. Tiempo después le pusieron malla ciclónica a ese edificio porque llevaba record de suicidios.  Fotografías hay muchísimas. Las muy clásicas, la de Capa tomando a un soldado al momento que hieren en la Guerra Civil española, o la de aquel beso en Times Square, Nueva York de una enfermera y un soldado, celebrando el fin de la Guerra.

Alfred Eisenstaedt, fotógrafo afamado, llegó a decir. “Lo más importante no es la cámara, sino el ojo”.

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