Digamos que está bien, pero, por mea culpa u ofrecidas disculpas, el gobierno decreta un minuto de silencio y toque de queda en memoria de los fallecidos a causa del Covid-19, y aplausos al personal médico y paramédico militante en la primera línea de combate. Pero, visto desde la óptica de la población, sin duda muy pocos de quienes aún alentamos vida aspiramos a recibir un toque de queda y aplausos, en cambio, preferiríamos mayor énfasis del gobierno en la lucha contra la enfermedad, menos retórica e información torcida y la implementación de medidas eficientes que pongan límite al funesto avance del virus asesino porque si esto fuera una guerra obviamente la llevamos perdida con el Covid en las goteras de nuestras vidas. No es mucho pedir, cuando estamos a punto de rebasar las 50 mil defunciones, muy distantes de aquellos ya preocupantes seis mil que se pronosticaba como tope apenas en mayo. Y porque preocupa que, mientras José Luis Alomía, director general de Epidemiología, habla de “una curva descendente”, la Organización Panamericana de la Salud asegura que el pico de la pandemia en México “será en agosto”.
