Si nos vamos a los hechos, Emilio Lozoya ha sacado buena raja aprovechando la prevalencia que el gobierno mexicano concede a su estrategia de vencer al adversario mostrándolo como corrupto irredimible, pues, pese a haber sido perseguido internacionalmente como uno de los delincuentes más buscados de país, de poner a su mamá y hermana en el brete de indiciadas y de formularse en su contra dos carpetas de investigación por su participación en el gobierno de Peña Nieto, ya está en México, consigue que su parentela libre sus manifiestas intervenciones, se declara inocente (ni culpable ni responsable), víctima de malosos políticos, y no pisa la cárcel. La Fiscalía tiene la palabra y “la verdad histórica”, el presidente materia para el ataque y la distracción y Lozoya está vinculado a proceso.