EL SALADO AVION PRESIDENCIAL / Gilberto Haaz

*Se fueron como llegaron, sin pena y sin gloria. Camelot. 

 

EL SALADO AVION PRESIDENCIAL

 

Desde que AMLO gritó a los cuatro vientos, que jamás se subiría a ese avión presidencial, producto de las pillerías y riquezas del neoliberalismo, lo saló. Ay manito, dirían en mi pueblo, este hombre lo saló. El avión peripló por cielos extraños hasta aterrizar en un hangar americano, inservible, sin techo, a la intemperie como avión de pobres. El presidente y su secretario de Prensa, Jesús Ramírez, meses atrás empezaron a jugar con el avión y una de esas les resultó como gran distractor. Que lo rifarían en cachitos con los gritones de la Lotería Nacional, y ese affaire se fue por semanas como nota principal. Olvidados los problemas. Maquiavelo decía, cuando el pueblo comience a reclamar algo, distráelos, distráelos. Eso ocurrió. Primero lo rifaban, luego, lo vendían. Ni una ni otra cosa, eran mentiras eso de que ya habían hecho hasta un depósito que nadie ha visto, que si un jeque de Arabia, que si un petrolero texano. El avión, sin compradores regresó una mañana a México, flaco, ojeroso, cansado y sin compradores, y allí llegó el presidente de nuevo a ese hangar para tirar pestes a la cara no de Peña Nieto, que a él debía tirársela porque fue el único beneficiado con ese avión que no lo tenía ni Obama, no, se fue sobre Carlos Salinas de Gortari, cuando aquel dejó de gobernar hace años. Es su coco. Dijo que no le hubieran llamado José María Morelos y Pavón sino Porfirio Díaz o Carlos Salinas ¿Por qué no Enrique Peña Nieto? Luego tiró los números del costo del hangar y se fue como siempre contra los neoliberales. Hasta el día de hoy ese avión ni se ha rifado ni se ha vendido. Quizá siga sirviendo como distractor a tantas cosas que ocurren en México lindo y qué herido.

 

CUBANOS PARTIDAS

 

Al grito de: Yo me voy pa la Habana y no vuelvo mas, los 585 médicos cubanos se han ido de regreso a su pueblo, después de haber llegado hace unos meses a México a ayudar en la pandemia. El costo fue impresionante. 6 Millones de dólares, promedio de 10 mil dólares por trabajador. Pero ese dinero no es de ellos, es del comunista gobierno cubano, que solo los envía y ellos cobran directamente, de gobierno a gobierno, y en la Isla ya les pagarán como ellos lo adecuen. Para Cuba ha sido una industria que han exportado. Les funciona solo en países amigos: Venezuela, Nicaragua, Irak, Moscú (Aunque Putin nunca ha necesitado ninguno) y países satélites comunistas. Los médicos mexicanos que convivieron con ellos, dicen que poco ayudaron, porque ni eran especialistas y de esa pandemia nadie sabía nada. El envío de médicos, maestros y entrenadores es una importante fuente de divisas y representó más de la mitad de las exportaciones totales de Cuba entre 2013 y 2017. Ellos, al despedirse en tuiter, dieron su numeralia del deber cumplido: “La brigada laboró en 68 servicios de 9 hospitales. Atendieron a 54 mil pacientes, de ellos 43 mil 044 con Covid-19 y salvaron 2 mil 169 vidas”. Y le signan copia a su patrón presidente, el heredero de los hermanos Castro, Miguel Díaz Canel. Cuando AMLO anunció que venían médicos cubanos, los ojos de venezolizar México se agrandaron. Trump lo supo y algo habrá comentado en esa minicumbre de amigos, porque también el presidente AMLO había cruzado caminos difíciles, cuando aseguraba que podía venderle gasolina a Venezuela, a la que le falta de todo, en desafío a la prohibición de Trump de no vender nada a Venezuela, mientras esté en el poder el dictador Maduro. Se agradece de cualquier manera a los médicos cubanos, aunque nuestro gobierno le pagara al gobierno de Cuba como si hubieran llegado de los hospitales de Houston. AMLO siguió la política de los neoliberales antepasados, de apoyar a Cuba. Lo hizo Lázaro Cárdenas, cuando tomó fusil y se fue a defender la Revolución Cubana; lo hizo López Portillo, cuando aquel enojo de Ronald Reagan, lo hizo Carlos Salinas de Gortari, cuando con Bill Clinton le pidió una mediación con Cuba. Castro vino a la toma de posesión de Salinas y Salinas fue a su funeral; el único que no le dio su apoyo fue Vicente Fox, en aquel: “Comes y te vas”. A ese le caía gordo el barbón.

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