El valor de la vida

Lo mismo vivimos a diario en la lucha contra la pandemia, observando preocupados que los necios y algunos que van al trabajo o a buscar la forma de ganarse el sustento diario, transitan las calles sin la decencia de protegerse. El cubrebocas y la careta pueden ser incómodos, pero es más incómodo contagiarse. Hay que protegerse uno mismo para proteger a los demás, incluidos los que viven en casa.

En ocasiones es bueno ser despreocupado, mientras no se ponga en riesgo la vida de quienes nos rodean. Las condiciones colectivas son delicadas y es necesario analizar el alcance de nuestras acciones. En todo momento hay que interpretar a la naturaleza, leer sus cambios, sus ritmos, como hicieron nuestros antepasados. Ellos reconocían la sabiduría de la naturaleza y la respetaban. Los contemporáneos hemos abusado de ella bajo el falso pretexto de la ciencia.

La ciencia sirve para clasificar, explicar, predecir y controlar. Pero el hombre es omiso al aplicarla si al hacerlo no le reporta una ganancia. ¿Hasta cuándo entenderemos que no debemos seguir abusando de la naturaleza? Recuerden a los poderosos dinosaurios cuando reinaban sobre el planeta. Su fuerza y poderío no sirvieron de nada.

No solo estamos contra la naturaleza: también contra nosotros mismos. ¿Cuál es el valor de la vida? ¿Cómo se conduce el ser humano ante el peligro de que por su culpa alguien pierda la vida? Todos los días mueren seres humanos en manos de un igual. Mucha es la desidia del hombre por el hombre, lobo de sí mismo. En un país como el nuestro parece que la vida humana no vale nada.

El destino del planeta está en manos de los ilustrados y los entendidos, llenos de soberbia y múltiples intereses que no contemplan ayudar a los demás, sino servirse de ellos, incluida la naturaleza. Los sencillos, los humildes, interpretan la vida con el sentimiento, pero les falta información.

Si quien vive es capaz de ayudar a alguien todos los días, regalar una sonrisa, una frase de aliento, irradiar afecto, enseñar algo nuevo, manejar un pensamiento positivo, es una persona valiosa y un sol para los demás. Pero al escalar los peldaños del éxito suele endurecer el carácter y los sentimientos, de manera que la percepción de las cosas y los valores cambian.

El mito egipcio del Ave Fénix nos relata la historia de un ave similar a un águila, que nace por la mañana y muere por la noche. Su rasgo más característico es la inmortalidad gracias a su capacidad para resurgir cada día de entre sus cenizas. Esa emblemática criatura de fuego simboliza el poder de la resiliencia, la capacidad de renovarnos en seres mucho más fuertes, inteligentes y lúcidos. La metáfora es cambiar, resurgir, renovarse, para poder continuar.

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