Un sector político muy importante de la izquierda mexicana agrupada en el Partido de la Revolución Democrática y los dirigentes del Partido Acción Nacional presionaron al gobierno de Salinas de Gortari para legislar en materia electoral con el propósito de evitar los viejos vicios electorales y otorgar confianza a los resultados de cada elección. De esa promoción salió el Instituto Federal Electoral en 1990 integrado con Consejeros Ciudadanos, en 1994 se diseñó otra reforma electoral con la idea de quitarle al gobierno la intervención en la organización y dirección de las elecciones, pero fue con la reforma de 1996 cuando, por fin, el IFE fue completamente autónomo. Pero surgió la partidocracia y entonces los consejeros de esa institución electoral llegaban con los matices partidistas de por medio. En 2014, el IFE se convirtió en INE, con nuevas armas para robustecer su autonomía, esa que ahora, precisamente la tendencia que desde la izquierda en 1990 pulsó para crear una institución confiable, clama porque lleguen consejeros afines a la CuartaT. Sería una reversa nociva. Hoy, la Cámara de diputados elige a cuatro nuevos Consejeros, seleccionados por un Comité Técnico de elevada solvencia moral, dicen que cualesquiera de las 20 propuestas son buenas, ojalá así sea por el bien de la democracia en México.