Bibliotecario, memoria de la humanidad

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Números Rojos

Bibliotecario, memoria de la humanidad

Brenda Caballero

Suena el teléfono. “¿Disculpe, ahí operan gatos?”, pregunta una señora sin saludo previo. “USBI, buena tarde”, dice su interlocutor. “No, está usted llamando a USBI, servicios bibliotecarios”. La señora vuelve a preguntar: “¿Disculpe, ahí operan gatos?” y la respuesta: “No, que somos una biblioteca”. De inmediato, la señora dice: “¡Pues entonces cambien su anuncio porque dice que ahí es una veterinaria”. Contestan que No, y preguntan que dónde vio el anuncio pero cortó la llamada… El bibliotecario suelta sonora carcajada y su compañero sorprendido le pregunta de qué se ríe. y responde: “Me acaban de preguntar por teléfono que si aquí operamos gatos”. Su compañero responde a la broma. “¡Pues sí ¿Tú y yo que somos?” Ahora, ambos sueltan la carcajada.

Ésta es una de las tantas anécdotas que cuenta Jesús Eduardo Palomino Martínez, director de la Unidad de Servicios Bibliotecarios y de Información, USBI Poza Rica, de la Universidad Veracruzana, Región Poza Rica-Tuxpan, cuando platicamos que este lunes se conmemora el día Nacional del Bibliotecario, y contrario a lo que muchos pudiéramos pensar, de que el bibliotecario “es la persona que acomoda libros en la biblioteca”, detrás de esta profesión muy subvaluada, existe mucho conocimiento, amor y pasión.

Jesús es bibliotecario desde hace ocho años aunque trabajando en la Dirección General de Bibliotecas de la UV, lleva 21 años. “Soy bibliotecario podría decir que por Servicio Social. Cuando lo realicé, estudiaba Ingeniería, lo hice en la Biblioteca y afortunadamente ahí me dieron la oportunidad de trabajar. Ahora que tengo el honor de dirigirla y administrar los servicios bibliotecarios, sin duda es un caso curioso que me llena de orgullo. Comencé a aprender la labor, primero me enseñaron, después asistí a cursos, le fui buscando, hasta que decidí profesionalizarme”.

Jesús considera importante la celebración del Día del Bibliotecario porque es una profesión que va más allá de orientar a los usuarios, de satisfacer sus necesidades de información y de acomodar libros, “Es preservar la memoria de la humanidad, y compartir con los usuarios lecturas, autores, títulos, es darle un lugar a cada recurso documental, analizarlo, organizarlo, preservarlo y por ello, considero que el Día del Bibliotecario debe hacerse más popular como el Día del Abogado o del Médico, dado que cada uno en nuestra profesión, lo hacemos con amor y pasión”.

Me cuenta que  trabajar en una Biblioteca te va haciendo experto en los temas, en el acomodo, “ya no necesitas ir al catálogo… sabes el estante y la charola”; sin embargo, considera que el trabajo intelectual para colocar un libro en la estantería requiere de preparación, de bagaje cultural, de ser detallista, preciso, hasta metódico y de analizar dónde el libro será más útil al usuario. “Hay que leer títulos, autores, años de edición, paginaciones, algunos son fáciles, el tema es muy general pero algunos se requiere leer el prólogo, presentación, introducción, tabla de contenido, y quizás hasta algunos capítulos del mismo recurso, para conocer el tema o temas que abarca y dónde se va a colocar. Hay libros que se prestan para el detalle, desde la cubierta, empastado, colores, relieves. Algunos se prestan para que los detalles y los revises, y algunos otros solo están por momentos en tus manos… cada libro es como cada persona que conoces o que se cruza por tu camino”.

Cuenta que antes de la pandemia, la afluencia era nutrida… “no tengo un dato a la mano pero sí atendíamos a muchos usuarios tanto internos como externos; tenemos meses como enero, julio, diciembre que son bajos por el cambio de semestre, pero abril, mayo octubre y noviembre, la biblioteca tiene la mayoría de sus espacios de lectura ocupados, cubículos con usuarios estudiando, nunca dejamos de recibir usuarios… pero siempre hay quien nos visite, quien requiera información y quien quizás a veces sólo por esperar a alguien, nos visita y termina leyendo un libro o revista que tenemos en nuestras salas de lectura informal”.

Explica que se diseñaron protocolos para atender los lineamientos hacia la nueva normalidad. “Debemos prepararnos para ello, cuando el semáforo cambie a verde y abrir los espacios”. Es importante recalcar que los espacios y mobiliario serán sanitizados, por seguridad y atendiendo los lineamientos de cuidado e higiene. ¿Y los libros? “Los libros no, porque por su composición física podemos causarles daños irreversibles, los protocolos y literatura consultados así como expertos en la materia, aseguran que  al estar cerrados los espacios, están libres del virus”. ¿Y qué pasa con los libros que están en préstamo y regresen a la biblioteca? “Debemos recibirlos y ponerlos en cuarentena por unos días para eliminar el virus en caso de ser portadores; después se reincorporarán a la estantería, pero por ningún motivo, aplicar soluciones de agua, cloro, gel. Quizás  se hagan fumigaciones por las propias plagas y agentes contaminantes, pero es parte del trabajo de prevención y control que cada biblioteca”.

¿Cómo se pone un libro en cuarentena? Insisto. “Hay dos formas, una, tener la estantería en un espacio ventilado y alejado de la colección y ahí colocarlos, identificando el día de su devolución. Y dos: colocarlos en cajas e igual  tenerlas separadas e identificadas fuera de la colección… se podrán tener de 7 hasta 14 días en cuarentena y posteriormente intercalarlos en la estantería que les corresponde”.

Jesús quiere dejar en claro algo más: la visión que se tiene del bibliotecario gruñón, que calla gente, malencarado y que sólo acomoda libros, es un estereotipo, pues un bibliotecario en realidad es el que ayuda a preservar la memoria de la humanidad.

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