POLITICA WASHINGTONIANA

*De Lincoln: “Pueblo que ignora su historia, pueblo que está condenado a repetirla”. Camelot.

 

POLITICA WASHINGTONIANA

 

EL presidente tomó el avión totolotero de Delta y se fue como buen civil, al pie de la ventanilla de emergencia, donde le gusta viajar porque allí al menos extiende uno sus patitas, con su tapabocas y quietecito. Arriba algunos paisanos le tomaron video y se le ve con calma, Ebrard a su lado cuando lo bajaron los polis de Migración por una puerta aledaña, para evitar a los periodistas. Hizo escala en Atlanta y luego llegó a la capital del mundo. Donde lo esperaban, Benito Juárez, Lincoln y Donald Trump, en ese orden, unos convertidos en estatuas inmortales, el otro jugando a la reelección, donde muchos creen que pierde con Joe Biden. Es un día importante en la vida del presidente AMLO. Jamás tantos intelectuales y diplomáticos habían condenado ese viaje, que solo servirá para que Trump relance su campaña para el apoyo de los paisanos migrantes, y un diario picudo, de los extranjeros, dijo que el presidente lo único que ganaría de ese viaje eran millas.

 

LOS DISCURSOS

 

Y me acordé cuando el presidente fue a visitar el Memorial de Lincoln, de aquel señero discurso. A los grandes la historia los ha marcado por sus discursos, a Martin Luther King por aquel “Tuve un sueño” (I have a dream), a JFK por el de su toma de posesión y por el otro cuando en Berlín, frente a ese Muro de la ignominia, les dijo que era un berlinés (Ich bin ein berliner), y la perrada aullaba. Kennedy era grande. Pero la historia ha registrado como el mejor discurso de ese siglo, el que dio Abraham Lincoln en Gettysburg, en un campo que todavía olía a sangre y muerte, donde se celebró esa batalla que se volvió memorable por el discurso. Lincoln ni iba preparado a hablar, el presidente fue aquel día un orador secundario. Por la noche, a la luz de una vela en su campamento lo escribió.  Aunque el cuidadosamente redactado discurso de Lincoln era secundario con los otros discursos del día. El discurso de Everett tenía 13,609 palabras y duró dos horas. En contraste, las breves palabras de Lincoln resumieron la guerra en dos o tres minutos, en diez oraciones, y en menos de 300 palabras.

 

EL DISCURSO DE GETTYSBURG.

 

“Hace ochenta y siete años, nuestros padres hicieron nacer en este continente una nueva nación concebida en la libertad y consagrada en el principio de que todas las personas son creadas iguales. Ahora estamos empeñados en una gran guerra civil que pone a prueba si esta nación, o cualquier nación así concebida y así consagrada, puede perdurar en el tiempo. Estamos reunidos en un gran campo de batalla de esa guerra. Hemos venido a consagrar una porción de ese campo como lugar de último descanso para aquellos que dieron aquí sus vidas para que esta nación pudiera vivir. Es absolutamente correcto y apropiado que hagamos tal cosa. Pero, en un sentido más amplio, nosotros no podemos dedicar, no podemos consagrar, no podemos santificar este terreno. Los valientes hombres, vivos y muertos, que lucharon aquí ya lo han consagrado, muy por encima de lo que nuestras pobres facultades podrían añadir o restar. El mundo apenas advertirá y no recordará por mucho tiempo lo que aquí digamos, pero nunca podrá olvidar lo que ellos hicieron aquí. Somos, más bien, nosotros, los vivos, quienes debemos consagrarnos aquí a la tarea inconclusa que los que aquí lucharon hicieron avanzar tanto y tan noblemente. Somos más bien los vivos los que debemos consagrarnos aquí a la gran tarea que aún resta ante nosotros: que de estos muertos a los que honramos tomemos una devoción incrementada a la causa por la que ellos dieron la última medida colmada de celo. Que resolvamos aquí firmemente que estos muertos no habrán dado su vida en vano. Que esta nación, Dios mediante, tendrá un nuevo nacimiento de libertad. Y que el gobierno del pueblo, por el pueblo y para el pueblo no desaparecerá de la Tierra”.

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