Vulnerabilidad / JUAN AGUILAR DE LA LLAVE

Lo expresado con sencillez es la historia del hombre, en la que hay de todo: imperios, vasallaje, feudalismo, principados, estados totalitarios, democracias y mundo contemporáneo.

Las guerras entre la humanidad han diezmado física y económicamente y los estados han sido factor de ellas, es decir, obedecen generalmente a conquistas, condiciones económicas de poder o hegemonía.

Pero la humanidad ha tenido que enfrentar otras amenazas que no tienen que ver con guerras, sino con sobrevivencia de salud. Ahí las defensas y asociaciones de seguridad poco aplican. Éstas tienen que ver con el conocimiento, estrategias y manejo, buscando las mejores condiciones derivadas de enfermedades; los resultados a través del tiempo han sido negativos, con mortandad alta.

El humano, como ser viviente, nace, se desarrolla, se reproduce y muere, ese es su ciclo; sólo las guerras y las enfermedades lo alteran.

Las enfermedades son enemigos reales del ser humano y las hay de todo tipo, siendo las peores aquellas de aparición espontánea, sin antecedentes. La humanidad ha padecido muchas y de terribles consecuencias, como la peste de Justiniano, la peste negra o bufónica, la gripe española, la gripe asiática, el VIH y el ébola, entre otras.

Así llegamos al siglo XXI, año 2020, y nos aparece el Covid-19, originario de China, que ataca el sistema respiratorio, siendo Italia, España y Francia los países que más la padecen.

Estados Unidos, por su parte, presenta altos números de afectación, pero relativos si consideramos que tiene una alta población, con vastos recursos, pero donde se registra el mayor número de muertes diarias.

Volviendo a Europa, Italia está a punto de desactivar medidas de confinamiento, España entró en un impasse que lo liberó parcialmente y otros países como Nueva Zelanda están casi en la regularidad.

En México la cosa va en ascenso. Las razones o críticas no tienen efecto, porque como decía Pedro El Mago Septién, después de un rally de carreras, cayó el out, pero el daño está hecho.

En estas crisis o pandemias las estrategias son las mismas: no te arrimes a quien tiene el mal, guárdate mientras se aminora la propagación, usa cubrebocas, fosas comunes, médicos abrumados por el trabajo y jornadas extenuantes; había gasto del Estado, pero limitado. Pero qué pasa en nuestro país, donde las recomendaciones son: lavarse las manos continuamente, quédate en casa, aplica la sana distancia, no tocarse la cara, ojos o nariz; el cierre de establecimientos comerciales no esenciales, sanitización de vías públicas y el uso de cubrebocas.

El hecho es evitar la movilidad. Ese es el secreto, evitar estar cerca de la enfermedad.

Todos los países han invertido grandes sumas de dinero, como Alemania, que invierte el 9.5% de su PIB; Reino Unido, 7.5%; Italia, 6.5%; España, 6.2%; Colombia, 5.3%; Chile, 5.2%; China, 2.9%.

En México se tomaron los recursos del Insabi, de los programas de protección contra riesgos sanitarios y de vigilancia epidemiológica. Se les anticiparon fondos a los estados para atender las prioridades locales; sobre este tema ya se manifestaron gobernadores del norte del país, que denuncian la insuficiencia de recursos y demandan mayor flujo para combatir la enfermedad en sus estados.

En síntesis, en México nos falta ver mucho del tema para estar como España, donde el número de muertos va a la baja. Sin embargo, siempre hay una esperanza y la cura es la vacuna; se estima que estaría para finales de 2020. México está en esa búsqueda. Mientras tanto, en Veracruz el mejor remedio es no acercarse a nadie. El sistema hospitalario no aguantará mucho y lo más grave es que no sabemos si las autoridades nos digan la verdad.