Rocío Nahle, caminos torcidos rumbo a dos gubernaturas

Edgar Hernández* / 

¡Aplausos (inventados) para la zacatecana!

El falso reconocimiento de la comunidad petrolera a su persona, ese sugerido cambio al mandato constitucional para que pueda alcanzar la gubernatura de Veracruz y sus transas y corruptelas familiares, son parte de las prendas de Rocío Nahle García.

La Secretaria de Energía, una de las cinco más cercanas al Presidente Andrés Manuel López Obrador, invento de Morena, guarda además en sus haberes una recia influencia en el gobierno de Cuitláhuac García Jiménez en donde tiene colocados a incondicionales en más de la tercera parte del gabinete.

Dispone además de por menos cien posiciones de primer nivel en los cuadros del gobierno estatal que directamente le reportan y tienen atado de pies y manos al del por si disminuido jefe del ejecutivo veracruzano.

Y por si no fuera suficiente en el ayuntamiento de Poza Rica tiene colocados a 10 de la familia.

Por ello cuando el 15 de enero pasado Rocío Nahle le declara al periodista Federico Lagunes que le gustaría ser la candidata al gobierno de Zacatecas – nació en el municipio de Río Grande- la clase política chaira se alza en jubilo.

“!Ah, caray! Bueno, yo soy zacatecana de nacimiento. Estoy cubriendo ahorita la secretaría de Energía y, pues, vamos a trabajar fuerte en eso”, declaró al reportero.

Personajes como Eric Cisneros, Manuel Hernández y Ricardo Ahued al igual que Juan José Gómez Cazarín y Zenyazen Escobar, se frotaron las manos ante tan promisorio futuro que eventualmente los colocaría en la antesala de la sucesión gubernamental del 2024.

El gozo, sin embargo, se fue al pozo cuando uno de sus mozos de estoque, el diputado Amado Cruz Malpica, llevó al Congreso del Estado el pasado 2 de mayo una iniciativa que permitiría que cualquier persona que tenga hijos veracruzanos –es el caso de Nahle- pueda aspirar a gobernar el estado ya que ello “permitiría el ensanchamiento de derechos para quienes viven y hacen algo por Veracruz”.

La propuesta que hoy se conoce como “Ley Nahle” provocó el rechazo de la opinión pública.

Como si en Veracruz, con más de 8 millones de veracruzanos nacidos en esta tierra, no encuadraran en ese “ensanchamiento de derechos” a gobernar y hubiera necesidad de traer uno, o una, de Zacatecas.

Rocío Nahle, sin embargo, equivocada o no, pica por todos lados.

No le basta ser la Secretaria de Energía, responsable de uno de los tres proyectos más importantes del sexenio, la refinería de “Dos Bocas” en la cual el gobierno federal invierte 160 mil millones de pesos.

No se enfoca en el tema e incurre en falsedades como la de afirmar en “La Mañanera” ante el Presidente López Obrador, que había sido objeto de una ovación de parte de la jerarquía de Arabia Saudita que gobierna la OPEP, afirmación que a la postre daría resultados catastróficos al aclarar el organismo que la monolingüe no había objeto de aplausos.

Como resultante de su “exitosa” gestión días después el crudo mexicano sería vetado en los mercados internacionales colocando el barril del petróleo mexicano en menos de un dólar.

Pero eso a la Nahle le vale. Ella quiere llegar a como dé lugar. Para ello recurre a todo: las transas, los “bisnes” y el tráfico de influencias,

prácticas que se han vuelto comunes entre los morenos e incluso son consideradas virtudes.

En días recientes ha salido a la luz pública que Rocío Nahle y los sobrinos de su compadre de pronto decidieron inventar una compañía para vender respiradores al IMSS.

Consigna el diario El Sol de México, la gestación de un contrato de 114 millones de pesos a una empresa que se registró con 50 mil pesos y con pelos y señales da cuenta los trastupijes de la compañía “Bidcom Energy”, una empresa que se registró en agosto de 2019 ante notario público con un capital de 50 mil pesos, misma que habría obtenido millonario contrato por la entrega de 100 ventiladores.

¿Y quiénes son estos neoempresarios?

Los sobrinos del compadre de Rocío Nahle, Arturo Quintanilla –primo de la artista internacional Salma Hayek-, el mismo que quiso hacer su relleno sanitario en Chinameca y los echaron entre mentadas de madre”.

Muchas otras historias negras de Rocío Nahle flotan en el ambiente político.

Sus inicios se registran al servicio de una empresa de Resistol. Luego un jugoso empleo por cinco años en Pemex. De ahí pasó más de 10 años dedicada a su casa al cuidado de sus dos hijas que tuvo con José Luis Peña Peña, un ingeniero mecánico que llegó a ser subjefe de Mantenimiento en el “Complejo Petroquímico Pajaritos”, en Coatzacoalcos.

En las páginas de una investigación “Abusos marcan a Rocío Nahle”, de la revista Eje Central, hoy desparecidas de las redes sociales, se revela con lujo de detalle enumeraba nombres, apellidos y números de los contratos mal habidos de Petróleos Mexicanos, en donde fue protagonista de unos esos ilícitos que solía denunciar.

A finales del 2012, en el sexenio de Felipe Calderón, su esposo José Luis Peña, ganó notoriedad en el círculo de los ingenieros jubilados de Pemex, pues durante un año y medio estuvo «viviendo en el Hotel Prado, con desayunos, comida, cenas y viáticos que en ese entonces superaban los 150 mil pesos mensuales”.

Cuenta el abogado, Rogelio Martínez, fundador de Morena en Veracruz y amigo cercano a la familia Peña-Nahle, que José Luis Peña, fue jubilado después de laborar más de 33 años en el Complejo Petroquímico de Pajaritos, con un nivel de 33, es decir no tenía bonos, ni prestaciones.

Sin embargo, gracias a la intervención de Nahle, su esposo fue reinstalado en la empresa, y lo comisionaron durante 18 meses en las oficinas centrales, la cual incluía viáticos, comida y transporte para viajar a la CDMX.

Por segunda vez fue jubilado, pero esta ocasión con ingresos que superaban los 120 mil pesos con bonos y prestaciones.

Según el periodista Raymundo Rivapalacio, el esposo de Nahle era muy dado a pedir dinero de forma clandestina, por lo que la Contraloría le hizo cinco investigaciones. En la última, sería llevado a investigación lo cual lo puso al borde del suicidio por la ingesta de pastillas para después encerrarse en su auto.

El marido de Nahle estuvo internado una semana con tratamiento médico y psiquiátrico.

¡Cosas veredes, amigo Sancho!

Tiempo al tiempo.

 

*Premio Nacional de Periodismo