Su Sana Adicción  / LUIS VELÁZQUEZ RIVERA

Susana Zavaleta es la actriz más sensual del país. Su carita delgada, finita, afiladita, con sus labios delgados, la fina delicadeza con la que habla y ademanea y gesticula como si fuera niña frágil, la cabellera negra resbalando en el cuello, la imagen de una mujer necesitada de protección, la convirtieron en la actriz más amada y deseada de todos los tiempos.

En Estados Unidos, solo, digamos, Silvya Crystel en el siglo pasado. En Francia, la actriz, bailarina y escritora, Juliette Binoche. Michelle Pfeifer. Catherine Denueve en “Bella de día”.

DOS. “Sana Adicción”

En la tele, tiene un programa. Se llama “Su Sana Adicción”. Quizá en el obradorismo alguien la admira y por eso el programa social de la “Sana Distancia” hoy en el tiempo del coronavirus.

Pero desde luego, ella despierta “una sana adicción”. Nada más dicha y felicidad que mirarla y admirarla en cada programa. Digamos, como Agustín Lara cada noche en la XEW tocando el piano y cantando.

En cada transmisión, ella significa el orgullo de sentirse una persona libre. Libre, sin ataduras ni rubores. Mostrándose a plenitud con su identidad. Irreverente. Casi casi una jarocha y que en la Real Academia Española significa “persona desmadrosa”.

TRES. Mujer volcánica

Ella también canta. Y canta los boleros que hicieron famoso, por ejemplo, a Pedro Infante.

Soprano, interpreta los boleros con una intensidad volcánica. Pronunciando cada palabra con garra, enjundia, dolor y sufrimiento. También, con la dicha inmensa que dijera Renato Leduc.

Siempre alegre y contenta. La ironía a flor de piel. La inteligencia incandescente y el talento.

Pero más aún, la sensualidad como una correa de transmisión energética.

Solo con mirarla y admirarla uno queda estremecido.

Y con frecuencia, asombrado y perplejo, se busca en ella el secreto de su sensualidad. Ya la carita. Ya los labios. Ya los ojos. Ya la cabellera. Ya la sonrisa. Quizá, el todo.

CUATRO. Electricidad pura

Nacida el 30 de septiembre de 1964, en Monclova, Coahuila, su programa televiso se llama “Sexo, pudor y lágrimas”, y es plural.

Tiene dos hijos. Elisabetha, de veinte años, y quien se afirma tiene extraordinario parecido con ella, y es militar, y Matías.

Su risa gigantesca parece la sandía pintada por Diego Rivera y que le achica los ojos y la vuelve más sensual. Electricidad pura.

CINCO. Inteligencia y talento

En su momento, filmando una telenovela en Televisa, fue vetada. Y antes, mucho antes que montón de artistas agarrando camino, se fue.

En la televisora de enfrente cumple 4, 5 años con su “Sana Adicción”.

Cada vez, con auditorio creciente. Respetada y admirada por la chispa, inteligencia y talento con que conduce.

Una delicia quedar anonado admirándola en cada programa.

Solo quizá Salma Hayek y Julissa en “Los caifanes” con el caifán mayor, Oscar Chávez, alcanzarían su karma sensual.

SEIS. Desparpajada y sabrosa

Ha filmado montón de películas. Entre otras, Sexo, pudor y lágrimas. Vivir mata. Elisa, antes del fin del mundo. La escuela de los amantes.

A su edad, recuerda la insólita sensualidad de Jacqueline Bisset y la química sensual y sexual de Elizabeth Taylor, tan enloquecido que traía a Richard Burton.

Desparpajada, sabrosa, plena, respetada, ha alcanzado la presea más codiciada de la vida como es la libertad y el ejercicio de la libertad en cada día.

Un televidente se vuelve un adicto de ella soñando con el paraíso terrenal.