LA PALABRA PRESIDENCIAL

*La pasión construye negocios. El miedo no. Camelot.

 

LA PALABRA PRESIDENCIAL

 

En un sistema presidencialista como el nuestro, donde ahora no hay equilibrios y una mayoría morenista define los destinos de la patria, donde vivimos cómo en los tiempos dinosáuricos del PRI, donde solo la voz del Tlatoani mandaba y ordenaba, en estos tiempos no del cólera, escribiría García Márquez, pero si en tiempos del Coronavirus, la palabra presidencial sigue ordenando en nuestra política. Si el presidente dice que a las diez de la mañana son las diez de la noche, la gente comienza a prender las farolas, en clara advertencia y contra los dictados de Federico Bulmes, que el gobernador Fernando Gutiérrez Barrios expresaba cuando el pueblo ordenaba. Era así: “Si el pueblo dice a las 10 de la mañana que es de noche, a prender las farolas”, el pueblo nunca se equivocaba, decía ese hombre leyenda. Hoy el único que no se equivoca es el presidente, aunque no sepa de matemáticas ni de finanzas, echa en cara a su secretario de Hacienda lo que ordene, situación que ha motivado, según gente conectada a esa área, la renuncia de Arturo Herrera, quien la ha presentado dos veces al presidente y no ha sido aceptada, por la emergencia en que vivimos. De irse, sería el segundo secretario de Hacienda que se va tirando los trastes, el otro fue el doctor Carlos Manuel Urzúa, quien desde las páginas de El Universal, con sus escritos semanales, se ha convertido en un crítico de quien un tiempo fue su jefe. Y rememora uno las anécdotas viejas, cuando el presidente Echeverría, que mandaba como este actual, AMLO, con todo el poder de su firma, riñó con su secretario de Hacienda, Hugo B. Margáin y no solo lo despidió del cargo, dijo a todos con singular acento: “La economía se maneja desde Los Pinos”. Y fue cierto, llegó Jolopo a Hacienda y entre estos dos hicieron una economía de quinta, llegaron las devaluaciones y llegó el mal tiempo, hasta que una mañana, el presidente López Portillo, rendido, dijo: “Soy responsable del timón, mas no de la tormenta”, la tormenta lo había avasallado cuando más se aferraba al timón. En cosas de dinero, son la gente que sabe de economía los que deben tomar las decisiones, no los presidentes, y menos uno como AMLO, que destila populismo cada mañana en sus mañaneras.

 

LOS EMPRESARIOS

 

Quien sabe qué ocurra este domingo de Ramos por la tarde, cuando el presidente informará de las medidas económicas en su gobierno, y quizá, como se rumora, dé una sacudida y cambios en el Gabinete, aunque se duda esto, las emergencias los traen locos y atarantados. Hay una foto que se exhibe, salen hace unos días de Palacio Nacional cuatro empresarios que lideran las cúpulas empresariales, entre ellas el Consejo Coordinador Empresarial (CCE). La foto bien podría ponérsele un pie: “¿De qué se ríen?”, los cuatro ríen a la salida después de comer opíparamente unas tres horas con el Preciso, quien solo les dio atole con el dedo. Pedían los empresarios aplazamiento de pagos fiscales y un plan escalonado para salvar 1.1 millones de negocios pequeños, y por ahí a los empleos. Los banqueros, los industriales, los empresarios vieron que el presidente les dio esperanzas vanas. No habrá fobaproas ni salvamento para nadie, solo para los pobres. Los empresarios argumentan que por cada negocio cerrado quedan en las calles cinco empleos, tratándose de los pequeños negocios. El presidente vive obsesionado por un pasado, es cierto que aquellos, más Peña Nieto que le dio vuelo a la hilacha con sus corruptelas, eran una joya para saquear el erario, pero el presidente tiene a la mano los mecanismos para castigar ahora a quienes delincan. Es por ello que se espera con insistencia el mensaje del domingo por la tarde. Al salir de esa reunión, uno de ellos dijo: “Es Echeverría puro”. Y allí se rompió una taza, cada quien para su casa.

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