EL TORNEO DE WIMBLEDON

*La esperanza es lo único más fuerte que el miedo. Camelot.

 

EL TORNEO DE WIMBLEDON

 

Anunciaron que el famoso torneo de tenis de Wimbledon, se pospone por el Coronavirus. Y me acordé que una vez, en junio de 2018,  por allí anduve en ese escenario que es uno de los más bellos del mundo, la cancha central y sus canchas adyacentes. Y lo que me acuerdo de esa tour, donde un guía te va llevando paso por paso por las canchas y luego por el museo que allí se tiene, donde ves desde el viejo vestuario que utilizaban hombres y mujeres y las viejas raquetas de madera, la galería de todos los tenistas que han ganado, le presumí al guía que, por México, había varios grandes en dobles: Rafael ‘Pelón’ Osuna y Antonio Palafox, campeones en el año de 1963, presente lo tengo yo, y otro más, el gran Raúl Ramírez con su compañero, Brian Gottfried, el americano, en 1976. Uno pasa extasiado un par de horas. Tienen la historia del más antiguo torneo de tenis del mundo (1877). Donde las glorias y las batallas épicas se dieron, donde te enteras de aquellos match y hay cintas de video repitiendo hazañas. He platicado que, cuando el guía nos puso en la cancha central, donde ese pasto es una alfombra impecable, metí mis patitas solo para sentir cómo se sentía, me puso una regañiza de mi tamaño, casi lo cubre con su vida, pero como no le entendí me valió. Ahora en tiempos de Pandemia de Coronavirus, como si se estuviera en guerra, los grandes y bellos y majestuosos estadios se están utilizando como morgues o como hospitales. Todos, desde el Bernabéu de Madrid hasta el Yankee Stadium, el de Messi en Barcelona, los de París, el de los Príncipes, los estadios ahora son lugares para almacenar camas portátiles o para tener medicamentos a resguardo. Muy a lo contrario de las guerras, cuando el gorila Pinochet en un Golpe de Estado, utilizó el estadio de Santiago de Chile, donde tiempo después se coronaría Argentina campeón del mundo (1978), para tenerlo como cárcel, en 1973, y allí mismo cortarle las manos al cantante, Víctor Jara. Aquellos años gloriosos de México, cuando Echeverría y el gran Gonzalo Martínez Corbalá, asilaron a muchísimos chilenos, entre ellos la viuda de Salvador Allende. Nada que ver ahora con el correlón Evo Morales. Años después, cuando cayó la dictadura de los criminales gorilas, el pueblo decidió ponerle el nombre de ese cantante a ese estadio que llenaron de sangre y vergüenza al mundo. Pero esa es otra historia. Apenas anunciaron que el All England Tennis Club y su torneo se suspende hasta nuevo aviso. Solo la Segunda Guerra Mundial había logrado que los miles y millones en el mundo no vieran ese torneo prestigiado, ahora lo vetan también por la pandemia. Con mi nieto Chicharito, pude posar donde los tenistas, al final del juego, dan su conferencia de prensa. Éramos tenistas pueblerinos en la Catedral del tenis, algo así como El Vaticano, Oh, esos recuerdos.

 

DE MARIO BENEDETTI. (CUANDO LA TORMENTA PASE)

 

“Cuando la tormenta pase y se amansen los caminos y seamos sobrevivientes de un naufragio colectivo. Con el corazón lloroso y el destino bendecido nos sentiremos dichosos tan sólo por estar vivos. Y le daremos un abrazo al primer desconocido y alabaremos la suerte de conservar un amigo. Y entonces recordaremos todo aquello que perdimos y de una vez aprenderemos todo lo que no aprendimos.

Ya no tendremos envidia pues todos habrán sufrido. Ya no tendremos desidia. Seremos más compasivos. Valdrá más lo que es de todos. Que lo jamás conseguido. Seremos más generosos y mucho más comprometidos Entenderemos lo frágil que significa estar vivos.

Sudaremos empatía por quién está y quién se ha ido.

Extrañaremos al viejo que pedía un peso en el mercado, que no supimos su nombre y siempre estuvo a tu lado. Y quizás el viejo pobre era tu Dios disfrazado. Nunca preguntaste el nombre porque estabas apurado. Y todo será un milagro. Y todo será un legado. Y se respetará la vida, la vida que hemos ganado. Cuando la tormenta pase, te pido Dios, apenado, que nos devuelvas mejores, como nos habías soñado”.

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