Política económica de México / Alba Rodríguez

Actualmente México se enfrenta a una crisis que según expertos: no existe. Se dicen cosas como que México es un gran país para la inversión, se dice que se espera un crecimiento casi hasta finales del año y cosas tan absurdas como la rifa de un avión presidencial por cachitos para hacer crecer la economía que ya es bastante dura para la mayor parte de la población mexicana. Sin embargo, muchos expertos de la economía internacional pronostican que “el crecimiento económico” de México no llegará ni siquiera al 1% y ante esto, la incertidumbre prevalece en la mayor parte de inversionistas, empresarios y gobiernos.

México adoptó un modelo de economía abierta para orientar su política económica anterior que provocó desequilibrios en el crecimiento y la distribución interna de la riqueza porque el control del entorno macroeconómico, ignora los indicadores de bienestar social e incrementa la pobreza y desigualdad. México es conocido por ser un país clasista cuando de rezago social se trata, por ello, la política actual económica busca compensar el deterioro en las condiciones de vida de la población, pero, sus alcances son insuficientes en la medida que la misma (política económica) no solo impone límites, sino que también obliga al gobierno a focalizar el gasto público hacia poblaciones objetivas con las cuales se deja una proporción amplia en situación de vulnerabilidad. Ya se trate de las becas Benito Juárez o de sus programas para jóvenes recién egresados, ninguna ha sido efectiva, no porque los jóvenes sean incapaces de mantener un trabajo estable, pero se trata de algo tan temporal que no hace más que generar un gasto, por eso hemos pasado por todas estas reformas fiscales y monetarias hacia los precios, como el aumento de impuestos a cigarros, alcohol y comida chatarra, dicho esto, el gobierno claramente es incapaz de revertir los desequilibrios derivados por esta orientación económica. Puesto que no se dedican a corregir los factores o agentes económicos que rigen el modelo actual, lo cual vulnera gradualmente las condiciones de vida de la población y la seguridad nacional.

Tanto es este hecho, como un dicho que se solía escuchar mucho antes de que el país se encontrara en la posición en la que actualmente se encuentra. Hace muchos años un hacendado le comentaba a sus dos hijos, Andrés y Juan Manuel: me voy y quiero que cuiden mi dinero. Iré al norte del país a hacer negocios y no sé cuándo sea capaz de regresar. Dicho esto, el honrado hombre poseía la cantidad de $200,000, la cual repartió en partes iguales.

Al año, el hombre regresa y Andrés le regresa la cantidad correspondiente $100,000. Un hombre muy honesto y honrado. Juan Manuel le entrega $100,000 y $20,000 extras que hizo al utilizar el dinero para generar empleos. El hacendado muy feliz felicitó a sus dos hijos: a Andrés por haber cuidado de su dinero en todo ese tiempo, pero, a Juan Manuel le ofreció la oportunidad de trabajar con él, porque sabía generar dinero y ofrecerle empleo a varias personas, lo cual generó un movimiento económico.

Finalmente, lo que quiero decir con todo esto, es que no hace falta custodiar nuestro dinero o ingresos, sino saber generarlo y de la misma manera, cuidarlo. Ya que actualmente las políticas monetarias y fiscales buscan detener los altos niveles de inflación, restaurar el desequilibrio y la balanza comercial, sin mencionar la reducción del déficit público. Existe el circulante pero ya no el valor, , los billetes y monedas se van como agua ante tantos gastos personales e impuestos: poco a poco el peso ha sufrido de caída tras caída, sin embargo, ha recobrado su poder de una manera lenta y al mismo tiempo segura. Pero, conociendo la situación, aún no se nos enseña a invertir o no existe una educación financiera que permita que los mexicanos podamos no solo invertir, sino saber en qué medida gastar para que exista un equilibrio en toda la economía.