ESOS YANKEES DE NUEVA YORK

*En una ocasión, la esposa de Yogi Berra, Carmen, le dijo: “Yogi, ¿tú eres de St.Louis, vivimos en New Jersey y juegas beisbol en New York; si te vas antes que yo, dónde te gustaría que te enterraran?”.  Yogi le respondió: “¡Sorpréndeme!”. Camelot.

 

ESOS YANKEES DE NUEVA YORK

 

Los Yankees de Nueva York pelean la serie del campeonato contra Houston. Van empatados. Cada que piso Nueva York, voy al Yankee Stadium. Procuro, cuando programo mi viaje, checar que jueguen los llamados Mulos de Manhattan. Si uno va a Madrid tiene que ir a ver al Real Madrid; o a Barcelona, a Messi y compañía. Conocí el viejo estadio que construyó Babe Ruth y conozco este nuevo, inaugurado en 2009 con 54 mil butacas, donde el Metro nos deja al pie, solo caminar poquito y ya estar en ese Vaticano del Béisbol, el Yankee Stadium. Hay un juego que quedó muy grabado en mi memoria. En el hotel Hilton de Avenida de las Américas, un septiembre del año 2012, presente lo tengo yo, bajé y le pregunté a la Concierge, una negra bella de color fuerte, que cuándo jugaban los Yankees, me dijo: ‘hoy y mañana’. Deme tres para hoy, con mi hermano Enrique y el amigo Rico, que no es rico, nos fuimos en el Metro. En menos de 25 minutos ya estábamos de Manhattan a la esquina de la calle 161 y al bajar del Metro te asombra la maravilla de ese estadio. Tomamos fotos con los posters de Ruth y Di Maggio y los grandes de aquellos años que no nacíamos. Todo fue cosa del azar, la casualidad nos llevó a un nuevo derrotero, el juego comenzó y no sabíamos que era el juego 100, para que los Yankees se coronaran en su liga. El juego llegó empatado a la novena, en la décima o la onceava Bernie Williams, un negro enorme que cuando tomaba el bate parecía que tenía un palillo entre las manos, agarró su turno y pegó un jonrón que los llevó a ser campeones. La parafernalia en su esplendor, en ese instante comenzó en el sonido la canción de Frank Sinatra: New York-New York, que es su himno, y en las pantallas gigantes comenzaron a afocar a los personajes presentes, Rudy Giulianni, que era el querido alcalde cuando las Torres Gemelas y un día torció el camino del bien y se fue a los brazos del maloso Donald Trump, y ahora lo andan investigando. ¿Qué necesidad tenía de tirar por la borda aquella imagen que dejó cuando los atentados? Enfocaron a Liza Minelli y Dany de Vito y varias celebridades, el gozo demoró unos 15 minutos, nadie abandonábamos ese estadio, aquello era maravilla para nuestros ojos pueblerinos y cuenqueños. Esos eran unos grandes Yankees, jugaba de short stop el gran capitán, Derek Jetter, el mismo que dijo: “La gente me pregunta por qué juego tan fuerte todas las noches Y yo les recuerdo que Lou Gehrig decía: ‘En el día de hoy, estoy seguro de que en las graderías hay un niño que me está viendo jugar por primera vez y él merece mi mejor esfuerzo”. Y Alex Rodríguez, quien vive ahora apasionado romance con Jennifer López, y el gran pitcher relevista, Mariano Rivera, aquel que cuando entraba a cerrar el juego, el cronista decía: “Apaguen la luz y vámonos”; y seguían reverenciando al patrón, el gran George Steinbrenner III (The Boss), que hacía dos años había fallecido y un gran cartel ilumina el estadio llamándole Jefe, de ese equipo 27 veces campeón del mundo en las Series Mundiales, y 40 en su división.  Ahí llegamos temprano, el estadio medio vacío, se llenaría conforme transcurren los minutos. Los vendedores de hotdogs comienzan a aplicar la venta de los famosos perritos neoyorkinos. El béisbol es algo serio. No hay nada más serio que el béisbol, todo lo que necesitas saber está allí: tiene éxitos y fracasos, momentos de compañerismo y momentos de soledad, y tiene un fin, no un reloj, como en otros deportes, sino tiene un fin.

Hace 10 años que Yankees no son campeones. Ojalá y entren al Clásico de Octubre.

 

AQUELLA LEYENDA

 

Serie Mundial de 1932. Se enfrentaban los Yankees de Nueva York y los Cachorros de Chicago. El juego tres se desarrollaba en el histórico Wrigley Field, construido en 1914 y el segundo más antiguo de las Grandes Ligas, sólo detrás del Fenway Park (1912) de Boston. En ese año, la Serie Mundial sería ganada por los Yankees por barrida, pero no pasaría a la historia por eso. Sería el cuarto título de los Yankees quienes comenzaban a escribir su historia, pero no, tampoco pasaría a la historia por eso. En ese año, Babe Ruth, “El Bambino”, escribiría una de las páginas más “peculiares” en su ilustre carrera. Era el turno al bat de Babe Ruth. Lentamente se encaminaba al plato. Mientras lo hacía, y en un intento a todas luces fallido de perturbarlo, la banca de los Cachorros le gritaba y hacían mofa de él. El lanzador mandó una recta que Ruth dejó pasar. Se cantó el primer strike. El estadio enloqueció. Los gritos contra el bateador fueron ensordecedores y la banca de Chicago aumentó el tono de sus burlas. Ruth los volteó a ver y levantó un dedo, en referencia a que sólo era un strike. Vino el segundo lanzamiento, nuevamente una recta y el resultado fue el mismo, Babe Ruth la deja pasar y se decreta el segundo strike. 0-2 en la cuenta del “Bambino”. Los gritos del público y de la banca continuaron. Ruth levanto ahora 2 dedos, 2 strikes, y después, pasó lo inimaginable. Volteó la vista hacia lo profundo del estadio, hacia los “bleechers”. Estiró su brazo y apunto hacia la reja del jardín central. Algunos, los más escépticos dicen que en realidad señaló al pitcher, pero los testigos del partido relatan que sin duda, apuntaba a cierta sección de las gradas. Llegó el siguiente lanzamiento y Ruth conectó la pelota, disparando un cuadrangular de 424 pies. La bola cayó justo en la zona en que había apuntado. El Bambino había predicho su cuadrangular y había escrito la más famosa anécdota en la historia de las Ligas Mayores.

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