EL GRITO Y YESTERDAY

*De Juan Rulfo, El llano en llamas: “Quizá entonces se volvió malo, o quizá ya era de nacimiento…”. Camelot.

 

EL GRITO Y YESTERDAY

 

Tarde noche del 15 de septiembre, el Día del Grito que el buen Porfirio Díaz cambió de fecha (se daba el 16), para que la perrada fuera a gritar y celebrar, pues él mismo había nacido en un 15 de septiembre y la patria tenía que ajustar el calendario de los natalicios, faltaba menos. Había expectación, porque era el primer grito del hombre que llegó cuando la población se hartó de tantas corruptelas, y le dio 30 millones de votos, para presumir en cualquier rincón de una cantina, oyendo la canción que yo pedí. En Orizaba, un día antes había llovido a mares, diría el poeta, o lloviendo a madres, diría Kamalucas, una gente de mi pueblo. El rio Orizaba se había desbordado y como a los lados hay animales como avestruces y pollos y uno que otro cocodrilo lagarto, la gente temía que se ahogaran, todos menos los cocodrilos, esos se la rifan bien. Pero el Dios de la lluvia se vació una noche antes y para las 10 de la noche del 15 había una llovizna, pero no el chubasco que cayó la noche anterior. Veíamos la tele, espiábamos entre una cinta que encontré, Yesterday, una sencillita que nos llevó a recordar a los grandes Beatles, Jack Malik es un cantautor británico y es atropellado por un bus y pierde conocimiento, cuando despierta descubre que nadie conoce Yesterday ni todas las canciones de Los Beatles, y se hace de ellas con el consiguiente éxito. Es buena para volver a escuchar a ese mejor grupo del Siglo XX, unos fuera de serie, lo único malo es que a Liverpool fueron solo unos minutos, pero en lo que llegaba el Grito con las 20 arengas presidenciales, donde Calderón (Felipe) le puso un tuiter al presidente preguntando si gritaría: Viva Bartlett, y alguien por ahí si también: Viva Mireles, el misógino cochino.

 

ESOS MOMENTOS

 

Terminó Yesterday y me fui al Grito. Había Cadena Nacional, como en los viejos tiempos del PRI. Tuvo sus asegunes este grito, me dice alguien que por ahí anduvo, que no hubo mentadas de madres como en otros tiempos. El presidente llegó a tomar la Bandera Mexicana del Heroico Colegio Militar, ceremonia que impacta, ellos golpearon los tacones, él la tomó y junto a su esposa, Beatriz Gutiérrez Müeller, en traje color verde de la patria, diría un relator del Hola, acompañó al marido presidente, que vestía todo en negro, la banda presidencial al pecho y, como se vio adelante, saludó a la Bandera y cantó el Himno (ya ven que sí se lo sabe). Dio los 20 Vivas, incluyendo a los padres y madres de la Patria. Ondeó la bandera, no se le cayó como a un tonto presidente pueblerino, y las campanas de Dolores y de enfrente, de Catedral, comenzaron a tañer. Abajo, la gente gritaba Sí se pudo. Y lo qué podían. El presidente alguna vez soñó dar ese Grito allí mismo, no como los otros gritos patitos y chafas y balines que daba, seguramente ese momento lo llevó a caminar todos los sinuosos caminos que caminó para llegar adonde la Patria se habla de tú con Dios. Después de recorrer los caminos difíciles, como los platicó Juan Rulfo en El llano en llamas: “Andar por los caminos enseña mucho. Pero es peligroso caminar por donde todos caminan, sobre todo llevando este peso que yo llevo”. Esa Cadena Nacional fue de escasamente 30 minutos, el presidente y su esposa se retiraron, ahora no hubo familia presidencial en el balcón, como solían acompañar en el pasado a los Neoliberales, o a aquellos que tienen otros datos. Sí hubo una pequeña fiesta y cena. El embajador de Estados Unidos, Christopher Landau, un nuevo tuitero muy amigo de los mexicanos, hombre que da orgullo leer sus tuiters por la amistad que quiere forjar con los mexicanos, fue uno de los cientos de invitados al patio central de Palacio Nacional y subió unas fotos donde bellas y cómodas carpas darían de cenar a los asistentes, él escribió: “¡Que emoción y honor estar en el Palacio Nacional para el Grito! Esta noche el Zócalo es el centro del mundo. Felicidades a México. Para aquellos que me preguntaron que nos ofrecieron de comer, hubo un bufete espectacular con una variedad de platos típicos y riquísimos. Yo me comí un excelente mole, uno de mis nuevos platos favoritos”. Bien, Embajador, a darle que es mole de olla. Luego, pasaría la desgracia del petardo-cohete que lesionó a 16 personas y hablan de un muerto, pero esa es otra historia veracruzana-jalapeña.

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