EL AGUA Y EL ACEITE

*La política es el arte de aplicar en cada época aquella parte del ideal que las circunstancias hacen posible. Camelot

 

EL AGUA Y EL ACEITE

 

Algunas veces se habló de que juntar al PAN con el PRI, era como mezclar el agua con el aceite. Imposible, manito. Pues eso parece que ya entró a la historia. Contaron los avezados conocedores, que Alito y Marko Cortés, los dos presidentes nacionales de sus partidos, se reunieron apenas a comer en vía de hacer una alianza que saque del poder a Morena y sus morenos. Si logran hacerlo, poniendo de candidatos a quienes mejor colocados estén, en las intermedias de 2021, seguro ganarán muchísimo. Antes no se podía porque la Ruiz Massieu obedecía órdenes de Peña Nieto y, por dar un ejemplo, en Puebla si PRI y PAN hubieran ido juntos en alianza, el tal Barbosa jamás hubiera ganado para gobernador. Pero Peña Nieto pensaba que, dándole paso a AMLO, recibiría impunidad. Hay ejemplos, en la misma elección de Veracruz, si los dos Yunes (Pepe y Miguel) hubieran hecho alianza, el tal Cuitláhuac ni por asomo sería gobernador. Es tiempo que despierten, me dijo un priísta que ve asombrado cómo van perdiendo las elecciones. De Alito (el priíto, lo llamó Héctor Aguilar Camín) dijeron que era candidato de Peña Nieto, lo veremos en el comportamiento electoral. Pero ahí la tienen fácil.

 

LA LUMBRE A RUIZ ESPARZA

 

Lo anuncia Ciro Gómez Leyva. Parece que por fin la 4T ha decidido comenzar los procesos de denuncias en contra de la dependencia, SCT, donde se supone que hay tantas maniobras oscuras y chuecas como la Estafa Maestra. Ha declarado el secretario Jiménez Espriú, que en la obra de ese tren México-Toluca, la corrupción brota por todos lados. Parece que se le acerca su momento a Gerardo Ruiz Esparza, esteta de la corrupción, como lo llamó la revista Proceso, el más pillo de los secretarios de Peña Nieto, quienes algunos columnistas ubican en París, viviendo de lo que aquí saqueó, porque París bien vale una misa, dijera Enrique IV. O quizá París bien valga una extradición, dijera Gertz Manero. Ahí saldrá mucho más, los socavones y la sociedad con el grupo Atlacomulco y las concesiones de las tarjetas IAVE al dueño de Viva Aerobús, y las corruptelas en Capufe, con el dos veces compadre del presidente Peña Nieto, Benito Neme, donde las cuotas de Capufe se iban a un fondo financiero y luego a otras estafas maestras, donde por las redes circula un documento muy bien detallado de cómo desviaban el dinero de la recolección de las casetas de Capufe, a un fondo misterioso el cual, como Chayito, se iba a empresas fantasmas y luego a la bolsa de estos crápulas que todo se robaron. Hoy se les están apareciendo los fantasmas, y es cosa que solo el secretario Jiménez Espriú le rasque tantito y va a notar que saldrá pus de todas las triquiñuelas de Ruiz Esparza. Este sujeto ya no oirá aquel consejo presidencial: No te preocupes, Gerardo.

 

LOS QUE NO SE RINDEN

 

En Orizaba es común ver vendedores ambulantes, que ofertan productos hechos en casa. Una pequeña industria familiar. Son de esos veracruzanos que no se rinden. Uno camina la peatonal calle Madero y ve a jovencitas y a madres y a esposos o padres de familia, con sus cubetas llevando desde jugos hasta sándwiches y lo que pueden, para vender a los empleados del comercio. Ya hasta tienen a sus clientes apartados. Es una escena bella ver a las hijas o a los hijos ayudando al sostenimiento familiar, en este país y este estado donde el salario mínimo es una vergüenza, y donde lo que juntan no alcanza para nada. Es común que familias de escasos recursos sobrevivan porque en cada hogar tres o cuatro trabajan, y meten varios sueldos. Llevan de todo: aguas, jugos, tortas, comidas desayunos para hacerse de unos centavos de más, que alivien ese pesar de que luego no alcanza para nada. Así me ocurrió antier. Tomando un café en cafetería orizabeña del hotel La Borda, vi a un padre con sus dos hijos, par de jovencitos en edad de estudio en el que ambos cargaban un recipiente de plástico y llevaban a vender, por 20 pesos cada una, empanadas riquísimas de coco y crema. Les compré algunas y le pedí tomar una foto con su par de hijos para subirla a mi espacio de Facebook, donde se hicieron comentarios agradables y buenos, aplaudiendo que esta familia no se rindiera.  Los felicité porque, de esta manera, con su trabajo limpio y honrado, enseñan el camino del bien a sus hijos. Son la familia González, de Rio Blanco, un orgullo ríoblanquense. Qué vendan todo

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