EN EL AEROPUERTO GENERAL JARA

*Cuando teníamos todas las respuestas nos cambiaron todas las preguntas. Camelot.

EN EL AEROPUERTO GENERAL JARA

 

Llego al aeropuerto General Heriberto Jara Corona, en Veracruz. Es mañana de lunes, día que ni los albañiles trabajan. Estoy a punto de emprender un viaje, no con rumbo a lo desconocido, como dice la canción. Hace calor, uno que vive en estas zonas de Orizaba y Córdoba, corredor del mal y de los secuestros y de las tardadas casetas de cobro de Capufe, las de Fortín y Cuitlahuac, pues debe uno andar a las vivas y salir con más de dos horas de anticipación, en tramos de casi 100 kilómetros, que normalmente se hacían hora y media de tiempo, ahora de dos horas en adelante, si bien nos va, porque hay ocasiones que la caseta de Cuitláhuac tiene demora de una hora. Llego a mediodía, hace calor de 32 grados, el aire acondicionado del  aeropuerto, puja, voy a aborda el vuelo de Volaris rumbo a Tijuana, para brincar hacia San Diego y luego Los Ángeles, en California, ahora que hubo temblor por esa maligna falla de San Andrés, y también en mirar los días que Trump amenaza de nuevo a los paisanos con expulsarlos de esos estados, no le llenó que AMLO y Ebrard le hicieran su chamba sucia, parando indocumentados en la frontera sur, no, este quiere todo, no lo llena nada, ampara su campaña de reelección en su Muro y en la lucha contra los migrantes, con todo y que aquella foto del padre salvadoreño con su hijita metida en su camiseta, ahogados ambos, lo enjuiciara mundialmente como una gente sin escrúpulos, a Trump. Ahí vamos, el vuelo va bien, en horario. Abordamos, es un Airbus que llegará, anuncia el piloto, en 3 horas y media, este avión vuela al parecer tres días de la semana, va lleno, lo mismo para aquellas personas que allí viven o trabajan, en el lado californiano, que familias que prefieren volar por aquí y luego irse por carretera a Disneylandia, mas ahora en vacaciones escolares.

 

DESPEGAMOS

 

El avión carretea, despega, fija los alerones, el piloto imprime velocidad, habrá leído el manual paso por paso antes de meterle velocidad de despegue y tomar aire, romper los cielos y tocar las nubes, abajo comienzan a verse las casas, el mar bello del Golfo y los cientos y miles de contenedores del nuevo puerto, donde apenas ya llegó un barco y estrenó el que va a ser el Puerto más importante de México, y de muchas partes del mundo. Reestructuración que llegó un día cuando Carlos Salinas de presidente, por aquí pasó y se quejaron de lo lento que era descargar y ordenó allí, delante de todos, a Pepe Córdoba Montoya, que se quedara en Veracruz y arreglara eso. Lo arreglaron a medias, luego llegó Calderón presidente y le metieron todo el dinero al Puerto, cuya carga rivalizara con las que le pongan, hasta el mismo Hong Kong, que debe ser el puerto de los número uno del mundo. Toma aire, el Airbus se eleva, el piloto anuncia que se rebasó los 10 mil pies, tiempo que las azafatas comienzan a moverse y ofertar algún chesco o papitas. Hace muchos años que no voy a Tijuana, tantos que ya ni me acuerdo, un amigo que aquí tiene un departamento en San Diego, nos invitaba. Aquella vez de aquel tiempo cuando, estando en el aeropuerto mexicano de Tijuana, al sufrir una demora el vuelo de tres horas, tomé un taxi y me fui a Lomas Taurinas, a conocer el sitio donde habían liquidado a Luis Donaldo Colosio, a ver su estatua en aquella paupérrima colonia llamada así, Lomas Taurinas, en homenaje a muchos toreros, que se volvió mundialmente famosa por el mal día que liquidaron al candidato, no sé y no les puedo platicar nada aún, tema para mañana. Escribo estas líneas casi en la inopia, dicen quienes han venido que ya no es tan problemático el paso, hay un puente o túnel en la entrada de paga, en la frontera de la migración, donde por 350 pesos pasas y se evitan las colas, no sales del aeropuerto, como los Global Entry. Hay turbulencia, escribo arriba de la misma, quizá 20 mil metros de altura, como canta Cornelio Reyna. La consigna y recomendación es no desabrocharse el cinturón. La azafata comienza a ofrecer los chescos, por 90 pesos, y las papitas y los sándwiches, ahora los vuelos como este de Volaris y Viva Aerobús, le entran a la mercadotencia bonito, no te venden los suspiros porque están en el aire, pero venden todo. Es sano, la aviación mundial tiene problemas económicos y hay vuelos muy cortos, como el de Veracruz-Ciudad de México, que llegas en menos de una hora y tienen que darte un refresco o agua o galletitas con cacahuates, apenas las azafatas están sirviendo y ya está uno bajando, ese dinero debían ahorrarlo, que al año deben ser algunos millones, y mejor ofertar los boletos más económicos, para que mucha gente del pueblo pueda volar, tener acceso al cielo infinito. Mañana les cuento un poco más de este viaje que emprendo, aunque, a veces somos cuentos de cuentos contando cuentos, nada, diría Saramago.

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