INCENDIO EN NOTRE DAME

*Del presidente Emanuel Macron: “Notre Dame de París en llamas. Como todos nuestros compatriotas, estoy triste esta noche al ver que esta parte de nosotros se quema. Emoción de toda una nación. Pensando para todos los católicos y para todos los franceses. En víspera del inicio de las ceremonias religiosas por la Semana Santa”. Camelot. 

 

INCENDIO EN NOTRE DAME

 

La Casa de Dios en llamas. La gente llora al pie de la Catedral de Notre Dame, y el mundo ve asombrado, un incendio está incontrolable haciendo que se queme buena parte de ella, un recinto religioso de 850 años en el corazón de París, uno de sus símbolos, uno de sus retratos. No se sospecha de terrorismo, dicen los expertos, al parecer había obra dentro de ella. Un descuido, quizá. Duele ver ese quebranto, duele ver cómo las llamas consumen la historia, uno de esos sitios más visitados en París, al igual que sus otros símbolos. Visitada por 13 millones de personas al año. Voy a mi archivo de relator y recupero la historia que escribí hace unos años de esa visita.

 

LAS IGLESIAS

 

He entrado a un par de iglesias. La famosa Notre Dame (Nuestra Dama) y no vi a Cuasimodo. Hace tres años que vine estaba en reparación. Aún continúa. Los edificios públicos históricos están siempre en reparación. La otra, gigantesca, Madeleine (Magdalena), grandísima, gigante, con un frontispicio de 40 metros y una altura insospechada. Puerta de herrería elegante. Bella y hermosa como todas ellas. Al frente un Cristo con un par de Ángeles en mármol. Estatuas enormes. Junto, un púlpito también grandísimo. Ahora los púlpitos lucen de adornos, ya no se usan. Están fijas como reliquias. La historia parisina reflejada en sus lugares históricos. Ahí veo a una familia mexicana. Me reservo el nombre. Veracruzanos como yo. Andan de paseo. Se termina cansado de tanto caminar. Hay otra calle donde se encuentran los vendedores de plantas, unos viveros franceses al pie del Sena, al otro lado de la isla de la ciudad, cerca de Notre Dame, con los buquineros de venta de libros y pinturas al pie del Sena. Platico con alguno como puedo. Las plantas son mi otra pasión y andamos en busca de un árbol llamado plátano, y que es un arce.

 

LA BARCAZA DEL SENA

 

Tomo la barcaza del Sena. He dejado la torre Eiffel y a las multitudes que se arremolinan por subir y bajar. Qué a eso se va a ese lugar. El huamachito florece y el otoño da frío, comienza el recorrido, pasaremos el Museo de Orsay, Notre Dame y siete paradas mas, por 14 euros recorremos el mítico rio, su navegable Sena. El barco es totalmente cerrado, no permite la entrada del aire, en día frio es agradable. Damos la vuelta, me bajo en Notre Dame por la parte del río. Cruzo a la entrada principal. La iglesia de Notre Dame se ve imponente. 850 años va a cumplir en el año 2013. Una historia de tinta sangre del corazón. Ahora estoy dentro de esa iglesia. En su frontispicio luce una máquina gigante, la están remodelando. No hay misa, pero se pide silencio y respeto. Miles la visitan, millones al año. Hay un anexo dedicado a la Virgen de Guadalupe, y a la Pilarica, las dos banderas, la mexicana y la española ondean dentro de ese centro de rezo. Tomo una vela y la enciendo, dejo dos euros, su valor, pido por la salud de los míos. Compro unos souvenirs.

 

EL SUICIDIO EN NOTRE DAME

 

El 11 de febrero de 1931 en París, atormentada por la pasión amorosa insatisfecha, María Antonieta Rivas Mercado se suicidó de un tiro en la Catedral de Notre Dame, un hecho que la convirtió en un mito en México. María Antonieta Valeria (1900-1931) fue hija del arquitecto Antonio Rivas Mercado, autor del monumento del Ángel de la Independencia y director de la Academia de San Carlos. María Antonieta, heredera de la fortuna de su padre, la destina a promover el arte, impulsa la creación de un teatro en México para presentar obras de autores internacionales y promueve y financia la fundación de la Orquesta Sinfónica Nacional, apoya a muchos artistas en particular al grupo Los Contemporáneos. Su vida amorosa es trágica pues muchos años vive enamorada y le escribe diariamente al pintor Manuel Rodríguez Lozano, quien no le corresponde debido a su homosexualidad. Más tarde se enamora y apoya con todos sus recursos y su talento al escritor e intelectual mexicano José Vasconcelos, por quien dicen se suicidó. Antonieta fue una mujer avanzada de su tiempo que desafió las costumbres de la burguesía porfirista en decadencia y por lo mismo fue el centro de críticas y burlas de la sociedad de su época.

 

SHAKESPEARE AND CO.

 

Salgo de Notre Dame, voy a la librería Shakespeare and Co. Está a unos quinientos pasos, cruzando la iglesia. La volvió a hacer famosa Woody Allen en su película ‘Medianoche en París’. Quise verla por mis propios ojos. Allí, en esa librería se editó la primera edición del afamado libro Ulises, de James Joyce. El que consideran la Capilla Sixtina de la literatura, libro que sigo sin entender por más que lo leo al derecho y al revés, me ocurre lo que a Marilyn Monroe, de quien en la casa museo de Joyce, en Irlanda, hay una postal leyéndolo, según explicó el periodista español, Manuel Vicent. Voy con Vicent:

“El sacrificio de leer el Ulises de Joyce, sin importarle nada, sólo tenía sentido como inmolación ante aquel amante al que creía superior, pero Marilyn sabía de la vida más que Joyce, más que Molly Bloom y más que el propio Miller. Fue una niña abandonada por su madre, una adolescente violada, una chica de calendario para camioneros, que pasó de los brazos del bruto y celoso héroe nacional Joe di Maggio a los de Arthur Miller, un judío intelectual neoyorquino, convertida siempre en pieza de caza mayor, para acabar zarandeada por dos ciervos de catorce puntas de la familia Kennedy hasta la muerte. En esta tarjeta postal Marilyn parece dispuesta a sorber todo el fluido interior de Molly Bloom que arrastra grumos lascivos de su subconsciente abierto a un sexo cenagoso. No obstante, a Marilyn se la ve pura, perdida, transparente, sometida a una prueba inútil: tener que leer el Ulises de Joyce para presentarse ante el amante intelectual con la lección aprendida, cuando ella se la sabía de memoria sin literatura simplemente por haberla vivido”. (Manuel Vicent).

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