Ridiculeces, esperar reconocimientos: Sergio Obeso / Miguel Valera

Desde el Vaticano, el papa Francisco sigue enviando señales de renovación y de regreso a los orígenes de la Iglesia católica, la institución que fundó el hijo de un carpintero, que no dejó registro de obra escrita y que ha influido a lo largo de la historia, en toda la humanidad, por su mensaje de paz, amor, sencillez y humildad.

La solemnidad de la liturgia y de las imágenes que vimos en la transmisión del Consistorio ordinario público de este jueves 28, desde el Aula de las bendiciones del Vaticano, en la basílica de San Pedro, en donde el papa Francisco nombra a 14 nuevos cardenales, procedentes de 11 países, entre quienes se encuentra el arzobispo emérito de Xalapa, Sergio Obeso Rivera, contrasta con el espíritu de pobreza del evangelio y de su fundador, no así los mensajes, las acciones del papa Francisco y la vida del propio prelado veracruzano.

Nacido en Las Vigas de Ramírez, hijo de un migrante español nacionalizado mexicano, don Sergio Obeso Rivera ha servido a la Iglesia católica desde todos los cargos habidos y por haber: diácono, sacerdote, obispo coadjutor, arzobispo, presidente de la Conferencia del Episcopado Mexicano y ahora ha sido nombrado cardenal de la Iglesia católica.

En 2006, cuando cumplió 35 años de obispo, me dijo en entrevista: “Me siento un mimado por parte de Dios. Yo nunca, ni remotamente, aspiré a ser obispo, porque siempre he tenido un concepto de obediencia militar. Así me enseñaron. Ésa fue mi formación, así se usaba en aquel tiempo y desde niño —porque estoy en este servicio desde que tengo 12 años— me enseñaron que cuando el superior legítimo dice algo, hay que hacerlo, le guste o no le guste a uno. Sin chistar, sin protestar, sin amarguras, porque le inculcan a uno que obedecer es hacer lo que el Señor quiere”.

Don Sergio comparaba en ese momento su largo caminar como subir al Pico de Orizaba o Ciltlaltépetl, el cual logró escalar 13 veces.

Yo disfrutaba mucho de subir al Pico de Orizaba. Lo subí 13 veces. Sabía lo que era enfrentarse a una subida de esas y decía: pues eso es lo que me ha tocado vivir. Ahora como obispo: subir y subir y subir, hasta que Dios quiera”, indicó.

Señalaba entonces, con modestia, que su vida había sido como la de esos escarabajos que se pegan y pegan de golpes en las paredes, en los cristales de las casas, ¡pero vuelan!, ¡pero vuelan!

Ahora, en entrevista que le ha dado al padre José Manuel Suazo Reyes, vocero de la Arquidiócesis de Xalapa, antes de volar a Roma para la ceremonia de la que fuimos testigos, don Sergio Obeso sigue repitiendo los mismos conceptos que le han llevado hasta este momento de su vida.

—¿Cómo recibió usted esta noticia?, le pregunta el padre Suazo en la entrevista que colgó en YouTube:

“Con una gran sorpresa, porque ante todo, en absoluto pasaba por mi mente el que yo terminara de esta forma. Para nada. De tal manera, que si en algún caso cabe la palabra ‘sorpresa’, es precisamente en este caso.

“Lo recibí con mucha sorpresa y con mucho miedo, porque yo se lo decía a monseñor Polo, nuestro arzobispo, quien fue quien me lo comunicó: Señor, yo nunca pensé en esto, ni era mi preocupación, pero bueno, ahora me lo dice, como siempre, tenemos que hacer lo que Dios quiere, no que lo que nosotros nos proponemos y bueno, aquí estoy”.

—¿Cómo interpreta, en este momento de su vida, esta decisión del santo Padre y el significado que guarda para usted y para la iglesia de Xalapa?

“Es una muestra de la humanidad del Papa que tenemos ahora. Es un detalle de su parte. Le voy a llamar detalle a esto porque no es otra cosa. ¡Cómo estos detalles no se le pasan!

“Él, en esto, está viendo, seguramente de forma muy discutible, está viendo que yo tengo 86 años, para cumplir 87 y pues nunca me habían dicho muchas gracias. Entonces él es el que me ha venido a decir muchas gracias.

“No lo veo como ‘finalmente se acordaron de mí’, no, no, en lo absoluto. Lo veo como una delicadeza, que es lo que siempre ha caracterizado, desde que lo conocemos en el puesto de supremo Pontífice, al papa Francisco. Una delicadeza de corazón, para entender a su prójimo y en este caso el prójimo fui yo.

¿Y bueno, aunque no lo pensaba yo, ahora que me lo dijo pues le doy gracias a Dios, porque yo nunca lo pensé ni hice nada, remotamente, para ver si se fijaban en mí.

¿No, pero el hecho es ése, y lo estoy comprobando cada momento que viene después del conocimiento de esto, qué gusto le da al pueblo de Dios, qué gusto le da a mi familia y qué gusto le da a muchas otras personas que ni siquiera tienen nuestra misma fe pero que sencillamente le dispensan a uno su amistad”.

Así que vale la pena que yo reciba esto, pues con un gran agradecimiento, pero no con engolosinamiento y porque veo el gusto que esto le propicia a muchas personas que yo quiero y que también me dispensan su amistad.

Así que le digo: señor, gracias, que me das oportunidad de que para tantos sea una noticia agradable y así me lo expresen.

—Admiramos esta actitud con la que usted recibió este nombramiento y nos recuerda aquello que hizo Salomón, cuando recibió el encargo de ser rey de Israel. Sabemos que usted, inmediatamente después de recibir la noticia, se retiró a un momento de silencio, de oración, ¿qué le ha dicho al Señor y qué ha recibido usted en estos momentos?

“Inmediatamente entré a la capilla que tengo en la casa y fue para decirle: Señor, si a alguien tengo que decirle “Tú lo sabes”, pues es a ti, pues tú sabes que jamás, así, jamás en mi trayectoria de servidor de la Iglesia, me pasó por la mente que yo terminara con este nombramiento o que yo aspirara a él, siquiera como una tentación. Nunca fue así y se lo decía yo a él a quien no podemos engañar. Eso fue lo que le dije: señor, tú lo sabes.

“Entonces, te pido lo que siempre te he pedido en circunstancias parecidas: hazme vivir mi lema. Mi lema, desde que me dijeron, el Santo padre Pablo VI quiere que seas obispo de Papantla, desde ese momento mi lema fue: VirtusIn Infirmitate, que en el contexto todo de san Pablo quiere decir “la fuerza de Dios”, Virtus, resplandece mucho más, cuando el ejecutante inmediato es un inepto”.

“Yo me siento un inepto señor, no soy para eso. Era yo maestro del Seminario. Mi mundo era ese sector tan reducido. El mundo de los libros. Era yo maestro de mucho tiempo, 17 años llevaba yo como maestro en el seminario.

“Señor, realmente muchas gracias, porque no pensaba para nada en esto, pero si tú lo quieres, tú me darás la fuerza.

“Por eso que tanto sentí cuando por primera vez me dijeron la voluntad de Dios expresada por el Santo Padre Pablo VI que él me quería como obispo de su Iglesia.

“Y ahora le digo —y a don Sergio Obeso Rivera se le quiebra la voz— si Él me quiere, como dando los últimos braceadas para poder salir a flote, bueno pues el hecho de que le dé tanto gusto a los demás a mí también me da gusto, pero señor, no me engolosino, porque ante ti y ante tu cruz, no cabe que ninguno de nosotros sienta que está recibiendo lo debido, esas son ridiculices.

“Señor, lo que tú dispones está bien dispuesto, dame tu gracia para seguir adelante, como siempre me la has dado, haz que vuelva yo a asumir mi lema: que tu fuerza brilla mejor en proporción directa a la debilidad de quien la ejecuta.

—Se encontrará usted con el Santo Padre el próximo 29 de junio, que es también aniversario de su consagración episcopal. ¿Qué le dirá?

“Le voy a decir Santo Padre, muchas gracias. Sencillamente muchas gracias. Gracias, porque me siento obligado a expresárselo y se lo expreso a nombre de toda la que fue mi grey, porque qué gusto les ha dado”.

Hasta aquí la entrevista. No es fortuito que el primer Papa latinoamericano, que tomó su nombre en honor a San Francisco de Asís, el hijo de un rico comerciante que dejó todo por seguir a Jesucristo y que un día escuchó la voz de Dios que le dijo: “Francisco tienes que reparar mi casa, porque está en ruinas”, haya sido el que le haya otorgado este cargo a otro hombre sencillo y humilde, como Sergio Obeso Rivera.

La designación del arzobispo emérito de Xalapa, monseñor Sergio Obeso Rivera, como cardenal de la Iglesia católica es un signo elocuente en contra de las megalomanías humanas y que muestra el espíritu primigenio de este conglomerado religioso milenario, que fundó el hijo de un carpintero.

Desde la perspectiva humana, es el reconocimiento a un hombre que ha dedicado su vida al servicio de los creyentes.

Sergio Obeso Rivera tuvo siempre la estatura humana, espiritual, académica y pastoral para ser cardenal de la Iglesia desde hace muchos años.

Un hombre sencillo, abierto, humano, afectuoso, cariñoso, un hombre de servicio.

Un 29 de junio de 1971 fue consagrado obispo de Papantla en Teziutlán, Puebla, por designación del papa Pablo VI.

Hoy, justo a 47 años de esa consagración, recibe este nombramiento como cardenal de la Iglesia.