El Cardenal Sergio Obeso, una vida al servicio de la fe

Hace poco más de una década, cuando por razones de edad, el arzobispo Sergio Obeso Rivera decidió renunciar su responsabilidad al frente de la Arquidiócesis de Xalapa, muchos de quienes le conocemos, queremos y respetamos, nos quedamos con la convicción de que aún tenía muchas cosas por hacer a favor de su iglesia y de su país.

Siempre supimos que el aparente retiro -que lo convirtió en arzobispo emérito-, no era más que la conclusión de un ciclo dentro de una fructífera vida personal y religiosa al servicio de la fe. Por fortuna, no nos equivocamos.

Con mucha alegría, en las primeras horas de este domingo recibimos la noticia de que el Papa Francisco anunció al término del rezo del “Regina Coeli”, que México tendrá un nuevo Cardenal, el Arzobispo emérito de Xalapa, Sergio Obeso Rivera, lo que ha sido un verdadero reconocimiento a su trayectoria pero también a la fe católica de los veracruzanos.

La iglesia lo celebró con un justificado entusiasmo. Al señor arzobispo y próximo Cardenal me une una relación personal que agradezco y valoro. Siempre ha sido un hombre generoso, un misionero con una experiencia invaluable y un xalapeño excepcional que marcó un periodo muy importante en la historia del catolicismo en México, lo mismo en las distintas misiones que encabezó que durante su presidencia de la Conferencia del Episcopado Mexicano.

Durante las incontables charlas que hemos tenido mi esposa Verónica y yo con Monseñor Sergio Obeso, siempre destacan el orgullo de su origen, la fuerza de su fe y las responsabilidades que debe cumplir la iglesia en una sociedad cada vez más compleja. Su inteligencia y sabiduría siempre lo llevó a encabezar todos los movimientos que sirvieron a estos propósitos.

Aunque él nació en Xalapa en 1931, recuerda con mucho cariño sus primeros años en los que pasaba largas temporadas en Las Vigas. Refiere con mucho orgullo su precoz vocación por la iglesia; el futuro Cardenal ingresó al seminario apenas a los trece años y 10 años después asistía a la Santa Sede a convertirse en sacerdote. Desde entonces, el nombre de Sergio Obeso se escuchó con devoción en nuestra tierra, donde él ha resultado un verdadero profeta.

En una ocasión el Geshe Tenzin Khrenrab, un excepcional monje tibetano de la misma orden a la que pertenece el Dalai Lama, amigo de mi esposa, nos pidió reunirlo con un representante de la iglesia católica de Veracruz. Vero y yo no lo pensamos dos veces, coincidimos en que monseñor Obeso era en ese momento -y lo sigue siendo-, la figura más emblemática de la iglesia a la que pertenecemos, por lo que procedimos a concertar la entrevista y una posterior comida en nuestra casa.

En medio de la conversión, tuve la iniciativa de auxiliar como una especie de intérprete entre ambos personajes, tratando de coincidir en un idioma tan universal como el inglés; sin embargo, no fue necesario. Ahí descubrí con agrado que además de una vasta cultura universal y una verdadera vocación por la historia, don Sergio Obeso es un políglota extraordinario.

Por su formación religiosa conoce casi como su lengua materna el italiano y el latín; y su condición de ciudadano del mundo, lo llevó a aprender otros tantos idiomas que aún hoy practica con regularidad, el inglés entre ellos. Ambos personajes me dejaron una gran enseñanza espiritual sobre la forma en que está construido el hombre y su entorno, así como el papel que juega la fe en nuestro destino.

Don Sergio Obeso también ha expresado un gran cariño y admiración por Hipólito Reyes Larios, su sucesor en la Arquidiócesis de Xalapa y a quien ve como su propio hijo. Como su mentor, don Sergio es generoso en el reconocimiento y comparte la convicción de que la decisión de la jerarquía católica fue la más adecuada para la feligresía en el estado.

En lo personal, mi familia no tiene más que agradecimiento. Compartimos una amistad que se alimenta y se respeta; compartimos principios, valores y preocupaciones que han fortalecido este vínculo entre dos hombres públicos. Además, el próximo Cardenal tuvo la deferencia de ser quien bautizó a mi hijo Héctor, algo que permanecerá ahí siempre como una muestra de nuestra fe.

No tengo duda que la ceremonia del quinto Consistorio Cardenalicio del pontificado de Jorge Mario Bergoglio -que tendrá lugar en la Basílica de San Pedro el día de la fiesta de los santos apóstoles Pedro y Pablo el próximo 29 de junio- estará llena del entusiasmo y el corazón de miles de veracruzanos.

En efecto, este domingo ha sido un día de fiesta, ¡gracias a Dios!