EL HOMBRECITO / Joel Vargas.

Joel Vargas.

Hace algunos días el dirigente de la COPARMEX declaró, sin titubeos, que el próximo presidente de México, tendrá como principal obligación, corregir el retroceso en que cayó el país desde hace algunos años. Sabemos los mexicanos que todo se inició con la implantación del neoliberalismo, cuando Salinas era el presidente de la República, con la venta indiscriminada de los bienes de la nación, algunas empresas básicas para el desarrollo del país. Desde entonces la nación no se ha podido recuperar, su crecimiento es mínimo, generando a la vez la pobreza extrema y el descenso de las clases medias. El empobrecimiento ha sido persistente.

Hace treinta años, es notorio e innegable, que el Sr. Salinas influye en forma determinante en la conducción del país. Todos los expresidentes del neoliberalismo han tenido sello salinista. El expresidente se hizo fuerte con la conformación de un grupo de multimillonarios que hoy con sus capitales se imponen sobre la voluntad democrática del pueblo. Alguna vez al pequeño expresidente de orejas dumbólicas se le consideró el GNOMO mexicano que es de esos seres fantásticos con figuras de enanos deformes, considerados por los cabalistas espíritus de la tierra, guardianes de las minas y tesoros subterráneos. El señor sigue vigilante, cuidando el petróleo y todas las riquezas del subsuelo.

Se está dando la lucha política entre la burguesía salinista y el pueblo que desea un cambio igualitario. Ya basta de hambre y de penurias. Por ello el debate fue la confrontación de los representantes del PRIAN y el pueblo al que sólo le están dejando el camino de la violencia. El presidente Peña resultó un lela salinista y se ha encargado de colocar los últimos clavos del calvario nacional para enajenar la riqueza de México. López Obrador podrá decir: “Ladran perros, luego caminamos Sancho”. La jauría se le vino encima con toda la rabia posible. Los cancerberos tienen la encomienda de cuidar la puerta por donde puede entrar la democracia. Para los potentados, México debe seguir esclavizado. Más de 120 millones de pobres y clasemedieros deben trabajar para los ricos usufructuarios del poder.

Algunos defensores del salinismo, disfrazados de partidos políticos, dan lástima y otros dan asco. José Antonio Meade se dice el más preparado y el de mayor experiencia. Tal personaje no solamente tiene que sufrir sus manchas físicas, sino sus manchas de conciencia.  Es uno de los saqueadores de la riqueza del erario. Le da vergüenza decir que procede y defiende a un PRI corrupto. Pertenece a la mafia, igual que Ricardo Anaya, cuya experiencia política es de cero.  Nunca ha desempeñado un cargo público importante. Haría el papel de factótum y el mandamás seguiría siendo Salinas. Habría más pobreza y aumento de los miserables. El Bronco tiene el valor en las nalgas, sufre de estupidez. Y la señora de Calderón es digna de compresión. Solamente queda López Obrador que tiene que seguir encabezando al pueblo. Las traiciones perredistas era de esperarse.

Jorge Castañeda provoca repulsión. Es un chambista, se unió a Elba Esther Gordillo cuando tenía poder y dinero para regalar. Fue mozo de Fox y de la señora Martha, cocinaba para ellos. Que Aurelio Nuño salga a la campiña a solicitar el voto electoral, a ver que cosecha con su rostro feminoide, al menos algunos piropos. Busca la chamba con la prolongación del peñismo a través de Antonio Meade y de la mafia del poder.

Lao Tze expresó hace muchos años: “El mal líder es aquel que todos criticamos. El buen líder es aquel que todos alabamos. El gran líder es aquel que logra que el pueblo diga, nosotros lo hicimos”. Que Obrador fue priísta al igual que muchos de nosotros, sólo hay que recordar que el PRI fue hegemónico y que no habían opciones. Hay que recordar también al político yucateco Carlos Castillo Peraza cuando habló del priísta que todos llevamos dentro. Lo grave es seguir siendo estúpido hasta el final y permitir que la patria se deshaga en patrimonio de unos cuantos ladrones de cuello blanco.