Democracia y Dictadura

CAMALEÓN

Democracia y Dictadura

“Una democracia no se agota con el voto”, es un aforismo al cual se acude para expresar que existen elementos de igual o mayor importancia para definir la calidad de demócrata de sistema político, en donde la acción de votar es la fase que culmina todo un proceso. Vale insistir en la importancia de la participación ciudadana a través de su voto para la integración de gobiernos y de Congresos legislativos. Pero la categoría de democracia  nunca se alcanzaría sin la participación consciente de la ciudadanía, o el votante, en cuyo grado de madurez radica la calidad democrática, porque si el elector no está informado la democracia cojea, se deforma y termina en simulación.

Lo hemos vivido en México porque durante muchas décadas este país había presumido de demócrata, hasta que un ilustre peruano llegó a México y dijo que la nuestra era una “Dictadura Perfecta”, cuando partió del país dejó el tema a debate en el reducido de la “inteliguentsia” mexicana, sector elitista muchos de los cuales militaban en las nóminas públicas. Pero el dicho de Vargas Llosa solo confirmaba lo que todos en México sabíamos, sobre un escenario cuyo nicho principal lo ocupaba el Gran Tlatoani, figura de reminiscencias históricas que decidía todo en política: desde políticas públicas hasta su sucesor, gobernadores, senadores y diputados eran su obra y le rendían pleitesía. Obviamente tenía un báculo, su gran cayado era la organización política mejor concebida: el PRI.

El Partido Revolucionario Institucional forma parte del basamento institucional de este país, aunque por su inveterada participación acomodada a las circunstancias del país ha sufrido un desgaste considerable, obviamente a causa de su larga permanencia en la vida activa de México. Actualmente este Partido está bajo la lupa de investigadores, analistas, adversarios políticos, teóricos de la ciencia política, etc., muchos de los cuales impulsados por la aversión política le atribuyen culpas de toda clase. Evaden reconocer que gracias al PRI- como vía de acuerdos y arreglo de discrepancias- este país vivió los inicios de su desarrollo institucional en vías pacíficas. En retrospectiva se culpa al PRI de reprimir brotes de inconformidad como el de los médicos, del magisterio y ferrocarrilero durante los años 50 del siglo XX; y  las expresiones de una juventud inconforme como las de 1968 duramente reprimidas, pero son acaecimientos producto de la catarsis que sufre cualquier país y sistema político, cual organismo vivo que es toda sociedad humana.

Este preámbulo no tiene intenciones apologéticas a favor del PRI pero ningún análisis objetivo de nuestra realidad política podría abstraerse de esa referencia. Fue el PRI la herramienta de claroscuro utilizada como vía para nuestra evolución política. Es obvio, pero las generaciones nacidas a partir de la década de los ochenta del siglo pasado pocas referencias habrán tenido del esfuerzo que hacían los gobiernos para llevar a votar a la población: “se quitarán permisos en el trabajo”, “se quitarán las plazas”, “se aplicarán jornadas de castigo” eran rumores sueltos en cada periodo electoral, cuando las casillas lucían desiertas, cuando había necesidad de rellenar las urnas por falta de voto ciudadano.

Tampoco recordarán cuando en este país “el pueblo” votaría a ciegas por Pedro Infante, María Félix o Cantinflas para la presidencia de la república, su candidatura hubiera sido insuperable por cualquier político del momento; les hubiera resultado fácil obtener una mayoría de votos para cualquier cargo de elección popular. La población mexicana los había convertido en sus grandes ídolos y hubiera votado a ciegas por cualquiera de ellos. El fenómeno de Cuauhtémoc Blanco, el ídolo del futbol mexicano, es reminiscencia de aquellos inmaduros tiempos, allí no importan capacidades, tampoco la acusación de haber recibido dinero para ser candidato a alcalde, es un ídolo y punto.

Esa es la otra cara de una democracia, la de mayor impacto porque una población votante sin conciencia de la importancia de su voto, del voto reflexivo, coadyuva a graves distorsiones del poder y deriva en democracia imperfecta o en la dura realidad de una “Dictadura perfecta”.

Y sin embargo se mueve, como dicen que dijo Galileo, hemos avanzado: durante un siglo, en materia política en este país han sucedido eventos de trascendencia que marcaron y orientaron el camino a seguir, ese dinamismo se refleja en reformas al texto de la Constitución Política aprobado en 1917: en educación, en municipalismo, en economía, en instituciones creadas a partir de ese texto fundamental. Pero dos resultaban intocables: la No reelección y el Fuero a funcionarios públicos, principalmente el presidencial; sin embargo tiempos y circunstancias cambian, la No reelección en el orden municipal y de legisladores ha sido abolida, lo cual destaca lo dicho por Carranza: “en materia política la primera concesión es la que cuenta…”, es decir, en esa lógica, la reelección también se dará con gobernadores y el presidente de la república. Basta leer la noticia de hoy: en Sonora, doce alcaldes, de 72 que hay, buscan la reelección. En Sinaloa, en 18 ayuntamientos que renovarán autoridades 14 alcaldes buscan la reelección. No se requiere capacidad adivinatoria, solo de lógica elemental para deducir que conforme se dan las circunstancias la reforma constitucional para la reelección presidencial está a la vuelta de los años, y no muchos de acuerdo a los resultados de la elección del 1 de julio. Como se decía en la ascensión de los Papas: Sic transit gloria mundi, “así pasa la gloria en este mundo”.

alfredobielmav@hotmail.com

21- abril-2017