PROPICIAR UN CAMBIO SIN SANGRE MÁRTIR. / Joel Vargas

Joel Vargas

En la lucha por un cambio en México ha habido muchas represiones violentas, incontables asesinatos protestarios, crímenes políticos, encarcelamientos injustos y varios magnicidios. Los culpables están en el limbo o en el éter porque la complicidad as trabaja.

Y no obstante un cambio de partido en el poder, muchos crímenes y actos delictuosos quedaran en la sombra de la historia. Es peligroso abrir totalmente la cloaca de los políticos. Por ello, quizás, un discernidor talentoso dijo que si se metieran a la cárcel a todos los políticos ladrones y deshonestos no habría quien cerrara la puerta de la prisión. Y es que la honradez no se da así, como sembrar cilantro; casi todos los políticos le meten uña a lo ajeno. Alguien dijo que con un millón de dólares en el banco ya se puede empezar a ser honrado.

Gonzalo N. Santos, general del Ejército que por muchos años fue cacique del estado de San Luis Potosí, quien solía ofrecer a sus adversarios y enemigos tres opciones: destierro, encierro o entierro, dejó escrito en sus memorias que los políticos mexicanos se parecían a los perros de rancho, que solamente el primero sabía a qué le ladraba y que los demás ladraban a lo pendejo.

Y efectivamente así era. Los que se autocalificaban como políticos arrastraban ignorancias inauditas. La Cámara de Diputados y de Senadores estaba integrada por descerebrados. Desde 1989 hacia atrás, donde sólo el priísmo tronaba sus chicharrones, los legisladores eran conocidos como “borregos”, conducidos por un “pastor” que solamente les pedía que levantaran la mano para aprobar la pendejada más irracional como esa de la “partida secreta” presidencial.

En trece años la política se pluralizó y se repartió el poder. Hoy tenemos un presidente de la república del PRI, 17 gobernadores del PRI, 9 del PAN, 5 del PRD y uno (Chiapas) producto de una alianza. Ahora, parece que se extinguieron los borregos y los pastores. Todos los diputados y senadores representan “un pedacito de poder”. Y no se diga, ¡admirable e histórico!, a los ministros de la Suprema Corte de Justicia de la Nación les aparecieron los huevos y le han echado abajo varias propuestas al señor Peña. Lo están haciendo parir cuates.

José López portillo, el que lloró por los pobres, el que defendió el peso como un perro y nos alertó de saber administrar la abundancia; tuvo tiempo, en su condición de presidente de la república, de llamar peyorativamente “políticos chicharroneros” a los “políticos charros y llaneros”. Ironizó con el “pobre localismo” o el pensamiento aldeano, cuando se producía el rechazo de un candidato designado en el altiplano. No obstante, a su gobierno se debe la pluralización del poder.

Don Jesús Reyes Heroles es considerado como el transformador de la política nacional que se vive en el México moderno. Primero, como presidente del Comité Ejecutivo Nacional del PRI, recomendó hacer mucha política, hacer política en todas partes: en el hogar, en el campo, en la fábrica, en las tabernas. El ideólogo tenía urgencia de hacer políticos. Fue Reyes Heroles el impulsor de los diputados de proporción, que ya se asomaban tenuemente desde la época de López Mateos. Fue él quien sustentó el cambio de 300 a 500 diputados federales.

Don Jesús renunció a la Secretaria de gobernación en el sexenio de López Portillo, es posible que por incompatibilidad. Don Jesús vivía la política como ciencia y arte y el presidente la percibía frívolamente, éste era un erótico y Reyes Heroles, un científico doctrinal.