LOS POBRES TRAS LA PRESIDENCIA DE MEXICO / Joel Vargas

Joel Vargas

El mexicano sufre el síndrome del agachón. Camina mirando el piso sin alzar la cerviz y sin lanzar la mirada hacia los lados. La vista de frente y en el polvo. El mexicano primitivo y actual se mueve por simbologías, es, además, una mezcla genética bastante rara que propicia ser agachón y dueño de una domesticidad incapaz de rebelarse cuando le asiste la razón. Aguantan horas haciendo antesala en una oficina atendida por la burocracia arrogante. No dice nada. No habla. Espera que le pregunten, pero esto sucede cuando ha fenecido el horario laboral. Es un auténtico bulto humano o, al menos eso parece, porque tiene rostro con líneas pronunciadas de rusticidad. ¡Es un indio!

Así son los indios. Son diez millones de indígenas en el país, distribuidos en 54 etnias que hablan distintos idiomas originales bañados con el bálsamo maravilloso de su autoctonía. Aprendieron a ser obedientes con los súbditos españoles que nos trajeron la incultura, una religión inentendible, enfermedades que los indígenas no sufrían y mucha sarna; desde esa época los indígenas mexicanos aprendieron a rascarse el ombligo todo el día esperando el programa salvador Prospera, no obstante los trescientos millones de empleos formales del que presume el presidente Peña Nieto.

También los indígenas nacían y crecían obedientes por los genes heredados por los Emperadores Aztecas. Los jefes Aztecas eran bien “huevones”, flojos irreductibles, les tenían que dar todo de gratis los esclavos de las distintas tribus. Si, así es, exactamente como son los actuales dignatarios del poder en México; “huevones” sin remedio. Exprimen a los súbditos sin piedad. Y no solamente a los del PRI, la escoba recaudadora barre parejo, de cualquier partido político y hasta los independientes van para adentro. Hay que acumular inmensas riquezas para los líderes nacionales. El presidente tiene que ser venerado, el perro yucateco igual y el cínico Camacho Quiroz lo mismo. Ningún paladín puede esconder fácilmente su negra vida y sus rostros pletóricos de cínicos y malvados.

 

Pues esos indígenas que más o menos ya son bilingües y que poco a poco están aprendiendo a no ser pendejos, se están agrupando en torno de María de Jesús Martínez, “Marichuy” nada menos quieren que la presidencia de la Republica y hasta un candidato Gay se tendrá. Los indígenas están tomando fuerza y si llegaran a triunfar irían por la gran riqueza de los ricos así se encuentren en las Islas Caimán o en las Islas Vírgenes que ya dejaron bien prostituidas el pedófilo cardenal mexicano Marcial Maciel.

Una especie de presagio recorre la nación. Ya no se puede seguir comprando la democracia. Entonces la próxima contienda es posible que la gane el glorioso Ejercito Mexicano, con sus armamentos con tecnología de punta, para desquitar sus grandes salarios de burgueses al servicio del poder que roba. Se cumplirá entonces la profecía sibilínica de Fidel Velázquez: “A balazos llegamos al poder y solamente a balazos lo entregaríamos”. Aunque se mueran muchos indígenas, al fin que son muy reproductivos. No se han podido extinguir en quinientos años. Claro, no viven, existen, tal y como existen las piedras, las rocas, etc.