RUMBO A MEXICO

*De Juan Rulfo: “Hacia tantos años que no alzaba la cara, que me olvidé del cielo”. Camelot.

 

RUMBO A MEXICO

 

8:30 de la mañana. Tomo mi todoterreno y enfilo a la ciudad de la nube gris, que ahora gobierna una mujer de apellido impronunciable, Claudia Sheinbaum. Mañana fría en este valle de las altas montañas, con neblina en la ciudad orizabeña. A lidiar con la mugre autopista de Capufe, que ningún secretario de SCT, ni el pillo anterior ni este, han fijado reflectores al piso para que no haya tanto accidente por la neblina, que en estos tiempos de invierno se deja caer durísimo. Subimos y pasamos el pueblo de Magueyes, poquito adelante pagando la caseta de Esperanza la neblina cesa, se abren los cielos, pega el sol y se augura un día abierto en México. Veo en la subida el bosque de pinos, y pena nos da a los veracruzanos haber perdido no hace mucho, por negligencia y por no reaccionar a tiempo, todos, autoridades y cuerpos de Protección Civil, haber perdido 500 hectáreas de bosques de pinos en Las Vigas, fue un crimen ambiental, para recuperar eso se necesitan unos 30 años para que se reforeste, un crimen del descuido de quienes deben estar pendiente de cuidar todo, hasta los bosques.

 

EN LA MONTAÑA

 

Apenas sube uno y el resplandor ahí está. Rumbo a Puebla, donde extrañan a la gobernadora caída, y más la extrañarán con lo pobre que les llegará a gobernar; viendo al pie los sembradíos de col, alfalfa, brócoli, zanahoria y tomate en algunos invernaderos, los campesino recogen la cosecha, la camioneta al pie lista para transportarla a la Central de Abastos, el consumo más grande para una ciudad de 20 millones de habitantes, a ellos el huachicoleo no les llegó y viven de la siembra del campo, como estampa de Juan Rulfo en su Pedro Páramo, cuando fue a Comala porque le dijeron que allá vivía su padre, un tal Pedro Páramo, como de Luvina, “que es un lugar muy triste. Usted que va para allá se dará cuenta. Yo diría que es el lugar donde anida la tristeza”. La gente campesina comienza a llevar su madera y carbón para la venta, en su vestimenta típica, aun con huaraches, no tantos pero algunos, unos han mudado a los tenis y a los zapatos del diario, estampa de cómo los encontraron los conquistadores hace 500 años, acto que se celebra en el Veracruz de Chikinando, en estos días, porque la Conquista por ahí entró y estos caminos los recorrieron, uno llamado el Paso de Cortés, donde Televisa puso una repetidora famosa. Cuando los indígenas de estas zonas de altas montañas los vieron llegar montados en sus caballos como centauros o ciclopes, y con el crucifijo de su Dios en un estandarte, y uno de ellos, un jefe Tlatoani, dijo: “Desconfía de ellos, mira cómo traen a su Dios”. Ignoraban que su Dios fue crucificado muchos años antes. Los jornaleros al pie del trabajo, mulas y caballos alistándolos como carga, sus taxis eternos, su herramienta de trabajo. El Pico de Orizaba cubierto, la neblina no lo dejó ver. Habría que esperar si el Popo y el Iztaccihuatl están limpios.

 

ENTRANDO A LA CIUDAD

 

Uno tiene que venir con riesgo y cuidado y con miedo. Se oyen tantas cosas de asaltos en la carretera, de asaltos en la ciudad, de miedo en los cruceros y los altos, que la de apellido impronunciable, la Sheinbaum, debía dejar de quejarse de que el otro, su antecesor, le dejó un cochinero, que se ponga a trabajar y deje de hacerle al tonto, y si no puede renuncie y venga otro a hacer su trabajo, porque culpar por culpar es muy fácil, la Claudia, ahora gobernadora, no dice con claridad que ya lleva 100 días de estarse quejando a lo marchante, que Mancera le dejó la delincuencia alborotada, como la chica alborotada de Johny Laboriel, o de los Holligans, y tiene que ponerse las pilas la santa señora, porque se le va a acabar el sexenio y cuando llegue a los seis años tendrá que decir, no pude hacer nada porque Mancera me dejó hecha la ciudad una porquería, Ah no mammy blue, si no pueden renuncien, como dijo Martí por allí, cuando vio que eran puros inútiles los funcionarios, es más, se atrevió este hombre dolido por la muerte de su hijo secuestrado, a decirlo delante del mismo presidente.

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